Llevo semanas queriendo contar el doble cumpleaños de mis tesoros, pero entre el trabajo, las vacaciones y lo que no son las vacaciones, misión imposible. He ido escribiendo esta entrada a trozos, a ver si por fin la doy por rematada.

La jarana empezó dos semanas antes. Y con jarana me refiero a preparativos varios para tal fin como hacerme con el fondant y algunos cortantes para la tarta, pedir la decoración para la fiesta, buscar un detallito para dar a los peques y como no, estrujarme la sesera pensando cómo hacer la tarta.

Me costó elegir la temática de la fiesta. Dos niños, gustos variados, algo que fuera bien con ambos, se me ocurrieron muchas cosas pero al final una tira a lo sencillo. Porque ya bastante reto es para mi hacer la tarta personalmente como para además tener que hacer la decoración DIY, y lo confieso, soy muy torpe para las manualidades. Que por mi les habría hecho unas camisetas con aplicaciones, unas coronas de fieltro, banderines de papel estampado y muchísimas cosas más. Pero la falta de ideas, habilidad y sobre todo tiempo hizo que cogiera el camino fácil.

Camino fácil pero no por ello de menos mérito, que tiene lo suyo. Tras hacer un sondeo entre los protagonistas del fiestorro la temática elegida fue Peppa Pig. Les gusta a los dos y podía dar bastante juego a la hora de hacer la tarta, que era mi principal preocupación.

De la decoración no tuve ni que ocuparme, ya lo hizo CHIQUIPARTY que tiene unos artículos de decoración de fiestas infantiles para todos los gustos y de todas las temáticas, no falla, tienen una variedad muy completa -ay de tó- y era tarea fácil: me senté con Iván frente al ordenador y fuimos eligiendo lo que queríamos para decorar el cumpleaños. En dos días lo teníamos en casa.

Nuestro ajuar decorativo cumpleañero estaba compuesto por: (detallo cada cosa porque las fotos del cumple no hacen nada de justicia a la decoración).

 Mantel de fiesta Peppa Pig

Platos de fiesta Peppa Pig

Vasos de fiesta Peppa Pig

Servilletas de fiesta Peppa Pig

Caretas de Peppa Pig

 Girnalda de Peppa Pig

Banderín triangular de colores

Globos Foil con Número

Globos de colores 

Cuando recibí el paquetito no pude evitar abrirlo con impaciencia e ilusión, la misma o más que si el cumpleaños hubiese sido el mío propio. Y al verlo todo en directo, sobre todo en el cumpleaños, el colorido y la alegría que puso en la fiesta, supe que no me había equivocado, ¡Y a los peques les encantó!

La pena es que con el contraluz no se aprecia la decoración, es lo que tiene hacer las fotos deprisa y corriendo. Me había prometido hacer mejores fotos este año -porque el año pasado me pasó lo mismo- y en el momento parecían fantásticas, pero vistas desmerecen muchísimo. Menos mal que con un poco de retoque fotográfico se puede arreglar algo.

El papá posando como si lo hubiera hecho todo él 🙂

Lo principal e importante. ¡Los niños se lo pasaron fenomenal! Los protagonistas y los invitados, todos a la par. Teníamos toda la terraza a nuestra disposición, llevamos el portátil con todo un variado surtido musical infantil, lo conectamos al equipo de sonido que nos cedieron amablemente y sin pedirlo y los niños bailaron, jugaron, corrieron y saltaron a placer. Y es que lo bueno del sitio elegido es que, además de ser al aire libre y estar al lado de una laguna preciosa era totalmente seguro para los niños, lo que les permitió a ellos andar por donde quisieran con libertad y a los padres estar muy tranquilos.

Vista de la laguna desde la terraza

Según llegaban los invitados íbamos haciendo acopio de bolsas y paquetes, mi intención era acumularlos y abrirlos luego tranquilamente en casa pero no pudo ser, casi estaban más emocionados los invitados que los propios cumpleañeros por abrir los regalos. Siempre digo que a mi casa vienen los Reyes Magos cada 6 meses, porque madre del amor hermoso qué cantidad de cosas. Y bien repartido: juguetes, libros, ropa y complementos, casi todos muy muy acertados. Ganaron por goleada Peppa Pig -y eso que no dije a nadie de qué sería la fiesta- y Playmobil. Imposible hacer foto al momento apertura de juguetes, y no hay nada que no les haya gustado.

Lo más divertido de la fiesta para los peques, sin duda, el momento de jugar al minigolf, es una actividad tan poco habitual que los niños la disfrutaron muchísimo, y doy fe que algunos padres también. Iván es un loco del golf, le encanta, nos hemos pasado todo el verano jugando y de hecho el regalo que más le gusto fue un carrito con palos de golf -una que conoce bien a su hijo- que le di días antes del cumple porque él, que es muy profesional, quería “practicar para mejorar el golpe”, toma ya.
Iván no se las veces que hizo el recorrido, dando instrucciones a los demás niños como experto que es y su hermana siguiéndole a la zaga, que la chiquitina agarra el palo de golf y juega casi mejor que él. Aunque se aburrió antes y mientras los demás jugaban al golf ella se dedicaba a hacer la cabra…

Iván y que tiemble Tiger Woods. Antía o quién es más cabra.

El momento tarta, el más esperado de la velada, mis niños soplando juntos las velas de su tarta, los dos compartiendo un momento tan especial. No, no hay fotos de las velas, no al menos con mi cámara, que yo estaba allí cantando y soplando con ellos, con mis niños. En español, en inglés, velas que se apagaban solas con el aire, al final soplaron por lo menos cinco veces entre palmas, cantos y risas.

La tarta hecha por una servidora. con la inestimable colaboración de mi comadre en los detalles de decoración -no es la mejor tarta pero está hecha con muchísimo cariño- estaba mejor por dentro que por fuera y gustó tanto a los niños como los grandes. Y es que el chocolate nunca falla. Tanto trabajo -porque una es torpe y pese a ser una cutretarta de fondant me costó lo mío- mereció la pena solo por los ojitos de ilusión de mis niños al verla.

Luego vinieron los detallitos, como a mis niños no les gustan las chuches repartieron un set de libreta, lápiz y goma de borrar de Peppa Pig -aunque para los más mayores fue de Spiderman– que los peques agradecieron mucho más que si hubieran sido chuches.

 
Fue una tarde estupenda, todos disfrutamos muchísimo, los más rezagados nos quedamos hasta las 11 de la noche comiéndonos los restos de tortilla y empanada mientras los peques meneaban el culete en la pista. Llegamos a casa cargados de reglaos y muy, muy cansados, Iván se durmió en el coche y Antía en cuanto pilló el sofá…

KO total

 

La mañana siguiente fue como la mañana de Reyes, no saber con qué jugar y querer jugar con todo a la vez. Pero lo mejor sin duda fue que mi Príncipe me decía una y otra vez que había tenido la mejor

fiesta de cumpleaños del mundo. Objetivo superado, sin duda, no hay mayor recompensa que la felicidad de mis niños.

No puedo evitarlo, me encanta celebrar el cumple de mis hijos, es algo que me llena de muchísima emoción y felicidad. Y a pesar de que no quiero que crezcan, mi cabeza ya está pensando en cómo será la siguiente.