Esta entrada la comencé hace unas semanas, tras las reflexiones en esos días sobre el estrés y la falta de paciencia que a veces arrastramos en la crianza de nuestros hijos, tenía que cerrar el tema de una manera que mis hijos se merezcan. Y hoy, el día del amor, es el día ideal para publicarla.
Los hijos son el auténtico ejemplo de amor incondicional, por lo menos en la etapa de su infancia (que ya sabemos lo difícil que puede llegar a ser la adolescencia). Da igual lo mucho que te enfades con ellos, lo mucho que les riñas, ellos siempre nos siguen queriendo, pese a todo. Incluso cuando más nos quieren, cuando más nos necesitan, es precisamente en los momentos más duros y difíciles.
“Quiéreme cuando menos lo merezca porque será cuando más lo necesite.”
Es verdad que en ocasiones mis hijos me sacan de quicio, me hacen perder la paciencia, los nervios, que salga lo peor de mi; porque parece imposible que dos personitas sean capaz de descalabrar mentalmente a una adulta en su sano juicio, pero lo consiguen, pero esas mismas personitas tienen la doble capacidad de demostrarme su amor incondicional, por encima de todo. Si normalmente son niños cariñosos, que no necesitan nada para darme besos y abrazos – y yo a ellos, que me paso todo el día besuqueándolos y apretujándolos -, en los peores momentos son cuando más necesidad tienen de demostrarme su amor.
Iván es muy sensible y es por eso que cuando acabo por reñirle necesita darme un abrazo y decirme que me quiere para sentirse mejor. Y eso me deja totalmente chafada, no puedo evitarlo, porque yo debería tener la capacidad de racionalizar y entender por qué se ha portado de esa manera, y en lugar de actuar en consecuencia me he dejado llevar por un impulso producto de mi falta de paciencia; y él, en lugar de rechazarme y pagarme con la misma moneda, como podría hacer cualquier adulto resentido, me muestra su lado más humano y no solo eso, me muestra su afecto porque lo necesita, necesita hacerme saber que me quiere más que a nada y no quiere hacerme enfadar. Y lo reconozco, me parte el corazón que me diga te quiero entre sollozos.
Es fácil querer cuando todo va rodado. Y los adultos jugamos con la ventaja de saber racionalizar nuestros sentimientos de tal manera que podemos ocultarlos, esconderlos en los momentos de rabia, desconfianza y desilusión, manipular y creer que ya no sentimos nada. Cuando nos sentimos heridos podemos fingir que no ha pasado nada, que no nos importa o que es tal nuestra decepción o enfado que ya nada volverá a ser igual, aunque por dentro estemos deseando perdonar y abrazar a quien nos ha hecho sentir así. Podemos manipular nuestros sentimientos y los de los demás.
Pero los niños, en contra de la creencia de que “todo lo saben, son muy listos y nos manipulan”, en cuestión de sentimientos son transparentes como el agua. Me niego a creer que un niño tenga la capacidad de manipularnos, la mala leche de jugar con nuestros sentimientos, porque creo que eso solo se aprende a medida que se madura, y sobre todo con algún que otro palo que te de la vida. Claro que pueden hacernos la pelota, ser zalameros, regalarnos brazos y besos por conveniencia, pero creo firmemente que las demostraciones de afecto de los niños son puras, sinceras, sin dobles intenciones.
Mis hijos me enseñan día a día la lección del amor incondicional. Es más, me demuestran que para ellos soy lo más importante, el centro de su mundo y eso me llena de un orgullo inmenso, pese a que crea que no siempre me lo merezca. Para mi, sin duda, es la mayor muestra de amor.
Es precioso todo lo que has dicho y lo mas importante, estoy muy muy deacuerdo. No hay amor mas inmenso que el que sienten nuestros hijos hacianosotros. Ellos son transparentes. Lo que sienten lo exteriorizan tan cual! Un besazo
Es precioso todo lo que has dicho y lo mas importante, estoy muy muy deacuerdo. No hay amor mas inmenso que el que sienten nuestros hijos hacianosotros. Ellos son transparentes. Lo que sienten lo exteriorizan tan cual! Un besazo
Tienes mucha razón, los niños no manipulan. El adulto que se deja manejar por lo que dice una criatura inocente que no es correcto, lo que es, es tonto, nada más.
Las mentes turbias nunca son las de los niños, pero se les culpa al ser los más débiles.
Una segunda parte a ese otro post preciosa…
Besos.
Qué gran manera de cerrar el tema! Precioso!!
Muy cierto ellos son incondicionales, siempre están ahí con sus abrazos y besos diciéndote de corazón que te quieren mucho, aunque haga 3 minutos que les dimos 4 gritos, y en ese instante pensamos, ¿por que no podemos ser como ellos otra vez?
yo no tengo la dicha de ser madre pero vivo esta etapa a través de mis sobrinos y es muy cierto los niños saben como y con quien depende de nosotros el saber educarlo y orientar los para ser mejores en esta vida.