Qué es en parto respetado
La semana pasada se celebró la Semana Mundial del Parto Respetado con motivo de la cual se organizaron diferentes actos en toda la geografía española.
El documental fue muy interesante, pues mostraba la realidad de los partos en EEUU hasta hace bien pocos años: partos medicalizados, protocolarizados y sumamente intervencionistas, en muchos casos con violencia obstétrica; y el total rechazo a las matronas (en el doblaje las llamaban “parteras”) y su tarea de atender a las mujeres en el momento del parto. Frente a esto mostraban el lado más radical de los partos humanizados y respetados, el parto domiciliario, donde las protagonistas eran mujeres que decidían dar a luz en su entorno más conocido y cálido, su casa, nos relataban su experiencia antes, durante y después del parto.
Fue un documental muy interesante a la par que bonito, y diametralmente opuesto al despropósito de programa que es Babyboom al que no pienso dedicar ni una sola linea.
Tras la proyección tuvimos una distendida charla-coloquio donde intercambiamos impresiones, opiniones y experiencias los que allí estábamos: matronas/os (ya que asistió un matrono que atiende partos domiciliarios en nuestra provincia), mamás y futuras mamás. Además de narrar nuestras experiencias (como mujeres que hemos parido o como profesionales que atienden partos a diario), la matrona conductora del acto nos dio muchos datos “económicos” entorno al parto, para hacernos una idea de lo que cuesta un parto sin intervenciones necesarias, un parto medicalizado-protocolarizado-istrumentalizado y una cesárea.
La verdad es que con todo el tema de la crisis y los recortes que quieren hacer en campos tan delicados como la sanidad una no entiende por qué no se empieza por este tipo de cosas, es decir, por evitar intervenciones innecesarias cuyo coste encarece el servicio. Una cesarea innecesaria implica el uso de un quirófano, un anestesista, un ginecólogo cirujano, una sala de reanimación post-operatorio y más días de hospitalización; un parto inducido supone uso de goteros, sondas, medicación (oxitocina), normalmente por defecto epidural dado el doloroso efecto de la oxitocina en las contracciones, con el alto riesgo de que el parto no progrese y acabe siendo un parto instrumentalizado o cesarea.
Pero dejando a un lado las cuestiones meramente económicas, que seguramente poco importa a la que está a punto de parir y se encuentra doblada de dolor por las contracciones, la pregunta es…
¿QUÉ ES UN PARTO RESPETADO?
Podríamos pensar que un parto respetado debe cumplir una serie de requisitos u normas enmarcados dentro de la humanización del parto, el no intervencionismo, relacionando esto con dar a luz de manera natural, sin epidural, sin episiotomía, o incluso con los partos domiciliarios. Según esto podría parecer que si una mujer decide ponerse la epidural o le hacen una cesárea porque hay algún riesgo para su vida o la de su bebé ya no está siendo respetada, y eso desembocaría en un posible futuro trauma por no haber parido como una deseaba, sientiéndose frustrada por ello.
Pero es mucho más sencillo, pues un parto respetado es aquel en el que se respetan los deseos y preferencias de la mujer a la hora de dar a luz; da igual que una haya parido de pie, “a pelo”, con todo el dolor de sus entrañas y que otra haya parido en litotomía y con epidural, si ambas han elegido esa manera de parir, ambas han tenido un parto respetado. Por supuesto deben contar con toda la información y colaboración por parte de los profesionales sanitarios que les atienden, sin que haya ningún tipo de coacción o intimidación que pueda viciar la voluntad de la mujer parturienta.
Lo cuestión primordial en el parto respetado es que la decisión de parir de una u otra manera sea tomada por la mujer y no porel profesional médico o sanitario que le está atendiendo.
Yo soy de las afortunadas que puedo decir que mis partos fueron respetados, aunque también estuvieron a punto de no serlo.
En
el parto de mi hijo mayor el ginecólogo que me atedió nada más llegar me recomendó ponerme un calmante para aliviar el dolor y descansar durante la noche. Yo me lo creí. El calmante no solo no me alivió en absoluto el dolor sino que me dejó totalmente inútil, sin fuerzas para mantenerme de pie, lo que mermó mi capacidad física y también la psíquica, puesto que estaba tan ida que no podía casi ni pensar. Mi madre tiene la teoría de que la intención del ginecólogo era descansar esa noche y que el calmante me dejara en stand by hasta que entrara el turno siguiente, y el trabajo para ellos.
Por fortuna me tocó un matrono en primer lugar que cuando pedí la epidural me aconsejó no ponerla, y de hecho no pude hacerla porque una vez rompí aguas mi dilatación se disparó; aunque una vez sentí ganas de empujar se limitó a indicar a mi marido cómo subirme las rodillas hacia al abdomen para ayudarme, son cambiar mi postura de litotomía a otra más adecuada. Pero de nuevo tuve suerte y en el cambio de guardia entró un matrono que trabaja por el parto natural, aconsejándome levantarme o al menos mantenerme sentada para que mi postura favoreciera el trabajo de parto.
Y me fue bien, tardé 1 hora y 10 minutos en verle la cara a mi pequeño, y el resultado fue un expulsivo espontáneo en la misma cama de la sala de dilatación, sin más instrumental que las manos del matrono, sin episiotomía, con un leve desgarro que se solventó con un pequeño punto de sutura.
En ese momento estaba tan contenta con el trato recibido y el resultado de mi parto que pensé que, de haber realizado plan de parto, ése hubiera sido mi parto deseado. Me sentí totalmente respetada, no acordándome siquiera del calmante que casi me la juega.
De cara a
mi segundo parto, el de mi hija, tenía la lección aprendida y redacté
mi plan de parto que presenté al ir a dar a luz. La ginecóloga que me atendió lo recogió y leyó con atención, lo tomó en consideración advirtiéndome no obstante de la posibilidad de que surgiera alguna complicación.
Cuando por fin se desencadenó mi parto, 15 horas después, conocí a mi matrona, la cual vino a mi habitación en planta, se presentó, me informó de mi estado y me preguntó mis preferencias; fue la misma matrona que una vez en dilatación me quitó las correas del monitor, me trajo una butaca para sentirme más cómoda, me trajo la bombona de óxido nitroso para aliviar los dolores, me trajo la silla de partos para pujar más cómoda, se sentó en un taburete frente a mí simplemente a observar que todo estuviera bien, sin dirigirme sin presionarme, la misma que me preguntó dónde quería parir, si quería ir caminando o en camilla, la misma que esperaba a que llegara la contracción para ayudarme a pujar y que una vez asomada la cabecita de mi pequeña deshizo las tres vueltas de cordón que traía.
La misma que inmediatamente puso a mi hija sobre mi pecho, la misma que me felicitó por un parto tan bonito y tan bien hecho.
Sí, me sentí feliz porque de nuevo había sido respetada, incluso dudando de que conociera de la existencia de mi plan de parto, me alegraba más porque de ser así el resultado era fruto de su propia manera de trabajar.
Pero hubo una persona que pudo estropear este parto tan maravilloso en unos breves minutos, una matrona de las que se creen con el derecho a tratarte como si fueras tonta y no tuvieras derecho ni a abrir la boca. Esa matrona se saltó en cuestión de minutos todas mis preferencias y deseos imponiéndome su criterio, obligándome a estar en una postura no solo incómoda sino dolorosa, con las correas de monitorización puestas, poniéndome una vía intravenosa a través de la cual me inyectó algo de lo que ni siquiera me informó (en concreto me puso Buscapina) y que me tuve que enterar de lo que era cuando comencé a sentirme mal a consecuencia de ello; pero además se creyó con el derecho a ser mal educada conmigo, tratarme mal y faltarme al respeto.
Fue una de las cosas que comenté en la charla tras la reproducción del vídeo, cómo una sola persona puede estropear un maravilloso momento e incluso hacer con ello que un parto se complique sin necesidad, cómo se puede lograr que lo que debe ser un momento maravilloso acabe siendo un trauma para toda la vida. Y así es como cobra tanta importancia el concepto de parto respetado, pues sea como se desarrolle el parto, si se respetan las preferencias y voluntad de la mujer que da a luz, éste se convertirá en un buen recuerdo en lugar de una experiencia traumática que le marque para toda la vida.
Para ello dependemos de nosotras mismas, de la información que recabemos y nuestra actitud a la hora de enfrentar este momento (porque no podemos olvidar que muchas mujeres se perjudican a sí mismas por no ser capaz de afrontar la situación), y del personal que nos atiende, que nos tiene que infundir confianza y seguridad en nosotras mismas, apoyarnos, asesorarnos y ayudar a que nuestro cuerpo trabaje en algo que sabe hacer con perfección, pues está preparado para ello.
La matrona que conducía el acto nos dijo que el principal motivo del intervencionismo en los partos es que han sido enseñadas para trabajar así, es decir, les han enseñado que para parir hay que estar acostada, dirigir los pujos, ayudar el expulsivo con la episiotomía y demás prácticas ya conocidas; quizás la manera de por fin lograr que se humanice el parto y se respete a la mujer en tan delicado momento es que precisamente sea eso lo que les enseñen cuando estudian la especialidad de matrona; por lo mismo también sería útil que los profesionales con más años de experiencia se reciclaran en este aspecto, que en los centros hospitalarios y maternidades los obligara a ello, pues entiendo que alguien que lleva 20 años trabajando de una manera no solo le cueste cambiar sino que no sepa trabajar de otra.
Hay mucho trabajo por hacer, espero que algún día el intervencionismo en los partos sea cosa del pasado y que las mujeres no vayan a parir con miedo “a lo que le vayan a hacer”, que no se piense que la única manera de parir como una quiere es pariendo en casa. Yo, mientras tanto, me seguiré considerando una afortunada por haber tenido dos partos respetados y maravillosos.
Me encanta tu experiencia 🙂
Ya te lo he dicho en alguna ocasión y es que ojalá todos los partos de este país fueran así.
Besitos
Cuanto me alegro de que tuvieses tan buenos partos. Por desgracia por una sola persona se puede ir todo al garete.
Un abrazo
Qué bien, los dos partos han sido perfectos, me alegro por ti, ojalá todas las parturientas vivieramos la experiencia como tu…yo habría firmado por partos como los 2 tuyos;)
un besazo
Hola Sandra, he seguido tu embarazo x el facebook pero x emcima, ahora q yo voy a ser madre tambien, he comenzado a leerte más. Como estoy emtre Córdoba y Huelva, espero q un día podamos quedar y q me aconsejes y me informes en muchas cosas q ignoro. Miemtras tanto te seguiré leyendo. Muchos besitos!!
Soy Alicia de Huelva
¡Qué maravilla de partos! La verdad es que leyendo partos así, se quitan algunos miedos.
Este comentario era simplemente para decirte qué, en las facultades de Enfermería, ya se nos enseña e instruye en nacimientos naturales. Ponen videos, hacemos trabajos y nos abren los ojos sobre todos los contras que tienen los partos medicalizados. Solo espero que no tarden mucho en llegar a España. Holanda, por ejemplo, es un claro ejemplo a seguir.
Un saludo.
[…] y mecalizadas, sin ninguna opción a intervenir por ellas mismas. Yo no es que sea una defensora aférrima del parto natural y respetado y me empeñe en que todas las mujeres tienen que hacerse respetar en ese momento y defender sus […]