Un fin de semana muy entretenido

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El fin de semana pasado fue uno de esos fines de semana en los que, sin planear nada, acabas derrotada de no parar desde que te levantas hasta que te acuestas.

Llevábamos ya varios días con buen tiempo, pero no nos imaginábamos los días de calor que se avecinaban. Y eso nos facilitó disfrutar a tope desde por la mañana hasta por la noche.

El sábado Papá tenía que trabajar todo el día así que me organicé yo sola con los niños. Sí, soy muy valiente y, teniendo en cuenta que tengo dos niños muy activos y que tienden a correr cada uno para un lado, aún así tenía claro que no me iba a quedar en casa con ellos por miedo a que se me desmandaran en la calle, y más con el solazo que había. Así que el viernes decidí que, como mínimo, el sábado por la mañana iríamos al cuentacuentos de la Biblioteca Pública y luego, ya veríamos.

Así que a las 12 del mediodía ya estábamos en la calle. Mi intención era ir en autobús porque a los peques les encanta y así me ahorraba aparcar en el centro, pero me limitaba mucho las posibilidades de poder moverme luego así que al final bajamos en coche. Tardé un poco en aparcar pero lo hice relativamente cerca y llegamos conforme empezaba el cuentacuentos; era muy dinámico, no era el típico cuento contado sino que era muy participativo , el contados sacaba a niños y papás a los que otorgaba a cada uno un papel, les ponía algo de atrezzo para ambientarlos y los niños disfrutaron muchísimo.

Al acabar nos quedamos un ratito leyendo, Antía los libros de Peppa Pig e Iván libros sobre el cuerpo humano y el espacio; a punto de cerrar ya, nos llevamos nuestros primeros libros en préstamo, Iván estaba emocionado con eso de poder llevarse cualquier libro que eligiera a casa.

Hacía un mediodía espléndido y un calorazo digno de verano, así que dimos un pequeño paseo y nos sentamos a tomar una tapita. Sí, mis dos niños y yo nos sentamos tranquilamente en una terraza, pedí una tapa de ensaladilla y un montadito de tortilla, un refresco y hala, los tres tan felices y relajados. Decidí llamar a la abuela y autoinvitarme a comer a su casa así que nos dimos otro paseo, entramos el alguna que otra tienda de ropa, les compré algunas cosillas básicas a mis peques y ya nos fuimos al coche.

Comimos en casa de la abuela y, tras echarnos una señora siesta, nos fuimos a dar otro paseo. Quería aprovechar para comprar zapatos a los peques, que a Antía ya le quedan pequeños los que tiene, así dimos un largo paseo hasta la zapatería, tranquilos y a paso relajado. Yo llevaba la sillita por si acaso, ya que Iván no había dormido, y me sorprendí muchísimo cuando vi a Antía sentarse voluntariamente en ella. Porque sí, Antía no usa la silla, no la quiere ni en pintura, ella siempre va andando o en la mochila ergonómica por lo que verla allí sentada era una estampa poco habitual. Eso sí, no duró mucho, al rato se bajó y decidió que es más divertido empujarla que ir sentada en ella.

En la zapatería se lo pasó bomba, como no, feliz ella probándose todos los zapatos, al final encontramos lo que buscábamos -bueno, bonito y barato- y a la vuelta paramos a tomarnos un helado y luego unos montaditos con unos refrescos. Hacía tan buena temperatura que no apetecía nada irse a casa.

Cuando nos dimos cuenta habían dado las 10 de la noche así que ya nos fuimos y al llegar los peques se durmieron al momento, ¡estaban rendidos!.

El domingo amaneció maravilloso y decidí el plan del día: estrenar la playa. Así que recogimos la casa, hicimos de comer y al acabar preparé unos sandwiches, fruta y galletas, bañadores, toallas y crema solar y nos fuimos a la playa, ¡A la playa!.

¡Qué pedazo día de playa, impresionante! La playa estaba como si fuera verano, llena de gente, hacía una temperatura estupenda, daba gusto estar allí. Los niños disfrutaron a lo grande, con total libertad, me parecía maravilloso verlos correr sin miedo a que les pase nada, sin limitaciones, descalzos y felices. Iván no dudó a meterse en el agua, que no estaba helada pero pera mi gusto no estaba para meterse, aunque a él le daba igual, entraba y salía corriendo jugando con las olas, feliz y en plena libertad. Antía no se metía en el agua sino todo lo contrario, se acercaba y en cuanto veía acercarse a la ola salía corriendo para que no la alcanzara.

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Estuvimos casi 3 horas en la playa y daba pena irse pero ya refrescaba un poco. Lo mejor de todo fue que todo el tiempo que estuvimos allí, además de jugar y disfrutar, los niños no hacían más que echar mocos, y es que la humedad del agua de mar es maravillosa para limpiar las vías respiratorias. 
Al salir nos fuimos un ratito al parque y ya a la vuelta se quedaron dormidos en el coche, tuvimos que despertarlos para darles un baño pero al ponerles el pijama se volvieron a dormir. Y yo me quedé con la satisfacción de haber pasado un gran fin de semana.

Éste no será menos. Hoy nos vamos a pasar el día de barbacoa con unos amigos y mañana iremos de nuevo a la playa, que con días de calor es donde mejor se está.

3 thoughts on “Un fin de semana muy entretenido

  1. MARÍA

    Que maravilla de días te has pasado con los peques, de seguro la van a pasar más que bien en la playa otra vez. Es tan lindo salir con ellos y verlos disfrutar.
    Besos

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  2. Opiniones incorrectas

    Nosotros fuimos el sábado a la playa a tomar algo, pero no entramos a la arena, sólo a la terraza xD

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  3. Sofia

    madre mía q envidia te tengo ahora…
    q ganas de pisar playa, y tú la tienes a un saltito en autobús 😀
    eso es un sitio privilegiado y lo demás tonterías.

    se echan ratitos geniales.
    y ahora mejor q nunca porq no hay aglomeración en la playa con mucha gente ni sombrillas ni toallas ni … 🙂
    estás más tranquilitos, más a vuestro aire.

    lo q me tuve q reir con lo de Antía y los zapatos de toda la familia y las tiendas jejejejeje.
    mira q son cómicos estos peques !!!!

    y… sabes otra cosa q me ha gustado de tu post?
    q ala, pides un pincho tortilla y ensaladilla y comen los dos perfectamente jejejeje, tengo ahí una espinita clavada 😛

    besos enormes

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