Descubriendo la biblioteca y otras maneras de entretenernos en fin de semana

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Sala Infantil, Biblioteca Provincial de Huelva

A Iván le encanta leer, y así como le gusta y lee tanto, se acaba aburriendo de los libros que tiene en casa, y el presupuesto no da para comprar libros a mansalva, ¡ojalá!; así que hace días le planteé a Papá ir a la biblioteca provincial y ver qué tal está la sala infantil. Se lo preguntamos a Iván y le pareció fenomenal, sabe lo que es una biblioteca, no se lo hemos tenido que explicar, y desde que se lo dijimos no ha dejado de preguntar cuándo vamos a la biblioteca, y esta mañana de sábado nos ha parecido una buena ocasión.
Pues ha sido genial. La sala infantil es muy amplia, espaciosa y organizada, y llama la atención un enorme Platero presidiendo la sala (se tiene que notar que estamos en la tierra de Juan Ramón Jiménez). Para empezar, los sábados a las 12 del mediodía hay un cuentacuentos, hemos llegado casi a las 12.30 pero todavía estaba el cuento a medias e intentamos que Iván se sentara en el grupito de niños, pero al ser algo nuevo se quedó atrás y al final Papá se sentó con él en el suelo. Tras acabar el cuentacuentos nos fuimos a una de las mesas, mientras Iván recorría la sala infantil yo cogí un libro que le pudiera gustar y se lo llevé a la mesa; acerté de lleno, un libro de gatitos y ratoncitos con ventanas desplegables, le encantó cuando lo vio y cuando Papá fue a leérselo le dijo que no, que tenía que ser Mamá -así andamos últimamente, todo lo quiere con Mamá…-, lo leímos al menos 3 veces, hasta que ya se lo sabía casi de memoria. Luego leímos un libro de animales de la familia de los ciervos, otro de Vincent Van Gogh(que le apasiona) y ya llegó la hora de irnos, porque cerraban. 
Le hemos prometido volver a menudo, le ha encantado ver tantos libros y poder cogerlos, aunque le hemos explicado que los libros de la biblioteca son para compartir y hay que cuidarlos mucho (es que es un poco destroyer…); también hay libros de actividades para pintar, colorear, allí había niños con sus estuches pintando tan felices con sus padres, la verdad es que me encantó el ambiente, me enternece ver a los padres compartir actividades con sus hijos; hay ordenadores con conexión a internet y además hay películas en DVD y VHS para llevarse a casa de préstamo, dibujitos y series de toda la vida y modernos. También hay un club de lectura de padres con hijos pero el plazo de inscripción fue hasta septiembre, así que me enteraré si es posible hacerlo a estas alturas, y si no esperaremos a hacerlo la próxima vez. Lo bueno además es que me puedo llevar a la peque con toda tranquilidad, con lo que podemos ir los cuatro juntos, compartir un buen momento con mi niño y darle el pecho a la peque cuando me reclame.
Este lunes hay un cuentacuentos por la tarde y el próximo sábado hay uno en inglés, así que no nos lo perderemos, sobre todo después de esta primera experiencia tan buena. De momento no vamos a sacar libros en préstamo porque como ya digo Iván es un poco-bastante-muy destrozón y quiero inculcarle poco a poco el hábito de utilizar cosas de uso común, de respetar lo que es de todos, y que aprenda que hay que tratar las cosas con cuidado para que todos puedan disfrutarlas, así que esta experiencia va a ser muy educativa en muchos aspectos. 
En resumen, una experiencia fantástica que repetiremos, y una actividad ideal para esos días de invierno fríos y lluviosos en los que una no sabe qué hacer con un torbellino de 3 años encerrado en casa.
Luego nos hemos quedado a comer unas tapas en el centro, la verdad que hemos comido la mar de bien por 15€ los tres, y es que así da gusto comer fuera; hemos ido a una feria de animales que necesitan ser adoptados, al parque, Iván se ha subido al castillo hinchable, se ha hartado de jugar en los columpios, y a las 7 de la tarde nos hemos ido a casa que desde las 12 del mediodía ya estaba bien la cosa. Y dormido como un tronco desde las 8 de la tarde…
La verdad es que no hemos parado estos fines de semana, ya os conté que por el día de la Hispanidad nos fuimos a Portugal y aprovechamos el día al 100%. El fin de semana pasado no fue menos, empezamos el viernes por la tarde saliendo a merendar-cenar con dos amigas, imaginaos el plan, mis amigas, mis niños y yo. Cuando llegué a la cafetería saqué mi arsenal de libros de colorear, pegatinas, ceras y demás para entretener a Iván, sino tomarme un café sería misión imposible. Antes de cenar me iba a llevar a Iván a casa con Papá pero nos encontramos de camino con el traslado de un paso de Semana Santa, y mi coche estaba aparcado justo en medio de recorrido (es lo que tiene ser tan afortunada de aparcar en pleno centro), así que aprovechamos para ver el paso, que a Iván le encanta, pero nada de mover el coche. Nos fuimos a cenar y después a dar un paseo por la Feria Colombina, que pusieron por primera vez el año pasado y se ve que ha tenido éxito porque ha vuelto con más puestos y actividades. 
Iván estaba emocionado con la feria porque recordaba que el año pasado se había subido en un tiovivo de madera, aunque a esas horas -más de las 11 de la noche- ya estaba cerrado; dimos un paseo por los puestos y al pasar por un de litrografías de obras de arte Iván se paró en seco y empezó a gritar:
“¡Mamá, Mamá, miraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa, eselcuadrodelanocheestrelladadevincentvangoghhhhhhhh! ¿Me lo compras, me lo compras, siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, por favoooooooooooooooooor?”
Y yo se lo hubiera comprado, pero ya tenemos una lámina en mi dormitorio, así que le dije… “¿Y no te gusta más este?”,
“¡Sí Mamáaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa, megustamuchoelbesodegustavkliiiiiiiiiiiiiiiiiiiimmmmmt!, ¿Me lo compras, me lo compras, por favoooooooooooooor?”
Y se lo compré, porque le encanta. El hombre del puesto alucinando con Iván; la gente que pasaba por allí alucinando con Iván. Y yo harta de reírme porque me hacía muchísima gracia verlo tan emocionado.
“Mamá, también me gusta El café de Arlés de Vincent Van Gogh”, “¡Mira Mamá, qué bonito el cuadro de la torre Eiffel que está en París Francia!”, si por él fuera se hubiera llevado medio puesto. Le preguntaba al hombre del puesto por todos los cuadros, “¿y éste qué cuadro es?”, “humm, pues eso son tulipanes rojos”, y quién lo pintó” y el hombre con cara de circunstancia “pues la verdad es que no lo se…”, vamos, no creo que esté muy acostumbrado a que un renacuajo le interrogue de esa manera. 
Al final se llevó la lámina de Klimt, envuelta en cilindro en una bolsa de plástico, se abrazó a ella y no la soltó hasta que llegamos al coche, ¡cualquiera le quitaba la lámina!. “Mamá, ¿me compras otro día la noche estrellada?”, “sí cariño, cuando llegues a casa le pides dinerito a Papá para que te la compre él (que si se lo pido yo no me la compra…). Nos tomamso un té moruno con pastas de frutos secos y llegamos a casa a la friolera de la 1 de la madrugada, Iván se durmió en el coche y me lo puse en la mochila a la espalda y Antía durmiendo en el carrito, vaya dos.
Volvimos el sábado por la tarde a la feria con la abuela, nos tomamos un café, dimos una vuelta y al pasar por el puesto de las láminas se paró con el vendedor, “mañana vengo con mi Papá que me va a dar dinerito para comprar la noche estrellada de Vincent Van Gogh” (¡es que además lo pronuncia de maravilla!). Se montó en el tiovio de madera que funciona a pedales y en el barco pirata de madera que funciona a empujones, ¡vivan las atracciones tradicionales!. Y el domingo volvimos, vamos que si lo hicimos, cualquiera le decía que no, y por supuesto después de montarse de nuevo en el tiovivo y en el barco pirata volvió a casa con su lámina enrollada bajo el brazo, que ya cuelga de la pared del pasillo con toda su ilusión.
Lleva dos días diciendo que quiere ir a París a ver la Torre Eiffel y al Museo del Louvre para ver la Monalisa, y yo le digo que se lo diga a su padre a ver si cuela, con esto de que al niño no le dice que no, y nos regala un viajecito a París (que va a ser que no, pero como se suele decir, quien no llora no mama jajaja).
Y así al final acabamos pasando los fines de semana la mar de entretenidos. Eso sí, como hoy, a poco más de las 8 de la tarde Iván está ya roncando a pierna suelta hasta el día siguiente de lo cansado que está, así da gusto. Mañana no se qué haremos, por mí iríamos a la Sierra a la Feria del Jamón (ay omá qué rico) pero seguramente nos quedaremos por aquí, comeremos con los abuelos, iremos al parque y aprovecharemos la tarde hasta que el cansancio nos haga volver a casa.

5 thoughts on “Descubriendo la biblioteca y otras maneras de entretenernos en fin de semana

  1. Cartafol

    Pues es genial! una gran visita a la biblioteca :d

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  2. Gloria

    me parece muuu fuerte que sepa distinguir más cuadros y artistas que yo….jajajaj
    me alegro de que la biblioteca siga siendo útil!

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  3. Maria

    Pues parece que la biblioteca es una opción bastante buena para estos días de invierno qe nos vienen no??? Me alegro muchísimo de que Ivan haya disfrutado tanto. Miles de besos!!

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  4. Carol

    Lo de la biblioteca y los cuentacuentos es una idea genial.
    Qué bien que lo paséis tan bien.
    Besitos

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  5. biblioteca pública de Huelva

    Muchas gracias por tu artículo sobre la visita a nuestra Biblioteca

    Iván y sus papas sois bienvenidos

    ¡Os esperamos!

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