Hacía mucho tiempo que quería hacerme un rincón de trabajo idea. Bonito, acogedor, inspirador. Un rincón de trabajo en el que me apeteciera sentarme, algo más amplio, con espacio para guardar mis cosas. Sobre, un rincón de trabajo ideal en el que me sintiera a gusto.
Y es que cuando no estás es tu mejor momento emocional hasta cosas tan simples te afectan.
El ordenador siempre ha ocupado un lugar especial en mi casa. Recuerdo aquella época de novios y pareja conviviendo, en la que aún no trabajaba online pero que lo primero que hacía al levantarme era encender el ordenador.
Tenía un ordenador de sobremesa y una mesa grande que mi pareja me regaló en uno de mis cumpleaños, en una de las dos habitaciones libres de nuestro piso de solteros. En aquel ordenador sobre aquella mesa comencé a escribir las primeras palabras en este blog, hace nada menos que nueve años.
Pronto desalojamos esa habitación porque decidimos que sería la habitación de nuestro bebé y mi ordenador pasó a estar arrinconado en el salón, teníamos que ir moviéndolo según nos hiciera falta, ya que puestos a meternos en obra, cambiamos el suelo de toda la casa.
Recuerdo cuando llegué a casa tras dar a luz a mi bebé que mi por entonces novio y padre de la criatura me dijo “te voy a montar el ordenador aquí para que puedas contar tu parto en el blog”, y así la mesa itinerante donde estaba adquirió un sitio fijo en el salón. Esto tiene su historia porque resulta que cuando me puse de parto faltaba por poner todo el suelo del salón además de pintar las paredes, por lo que mientras no me daban el alta en el hospital mi santo tuvo que reclutar a una cuadrilla de amigos para terminar lo que faltaba en tiempo récord.
A los pocos meses por fin me compré un ordenador portátil y fue un alivio porque podía ponerme con el ordenador donde me sintiera más cómoda. Sin embargo, con el paso del tiempo, empecé a sentirme incómoda de tener que ponerlo sobre mis piernas, sobre el sofá, sobre la mesa del comedor, y aprovechando un rincón al lado del nuevo ventanal, tras meternos de nuevo en obra e incorporar el balcón al salón, me hice con una pequeña mesa escritorio, justa, suficiente y apañada para el portátil.
Y así he estado hasta ahora los últimos cinco, quizás seis años de mi vida. Un rincón y una mesa que al principio me dio buen servicio pero que con el tiempo se me fue quedando pequeña a medida que fue aumentando mi trabajo online, mi dedicación al blog, y mis chismes que poner sobre ella. No me sentía nada a gusto en aquella mesa
pequeña, negra, que me desanimaba más de lo que estaba
Así que decidí que era el momento de hacer algo por mi, algo tan simple como dedicar un pequeño espacio de la casa para mi, una casa que nada tiene que ver con nuestro piso de solteros, una casa llena de niños, juguetes, una casa que se ha adaptado por y para ellos. Eso me hace muy feliz y no lo cambio por nada en el mundo, pero tras asumir a raíz de mi tri-maternidad que si quiero trabajar he de hacerlo desde casa, necesito tener un lugar adecuado para ello.
La verdad es que yo de decoración no se mucho, es decir, no sigo las tendencias ni soy una apasionada. Soy de las que ve los diferente espacios y alucino, digo “lo quiero” pero si tengo que hacer algo en mi casa no se por dónde empezar. Tampoco se lo que se lleva o lo que no, ahora un poco más gracias a las redes sociales más visuales pero aún así me siento un poco como un pulpo perdido en un garaje.
Yo solo sabía que quería una mesa cómoda, amplia pero que no ocupara demasiado espacio ni físico ni visual. Sobre todo que cupiera en el escaso metro de ancho entre el mueble del salón y el ventanal. Tengo un salón grande y podía aprovechar cualquier otro espacio, pero me gusta el ventanal porque entra muchísima luz natural y al darle el sol durante toda la mañana, es muy cálido. Además, es un hueco que con poco más puedo aprovechar. Mejor un rincón de trabajo, que nada.
Empecé a mirar tiendas online de muebles pero necesitaba algo más accesible. Más que una tienda, necesitaba un directorio o un catálogo online donde ver todo tipo de mesas y sillas. Y sobre todo, poder comparar modelos, características y precios, en lugar de buscar el mismo mueble en diferentes webs, que es mucho más trabajoso.
Así fue como di con el portal Livingo donde pude hacer una primera criba siguiendo mis prioridades. Para elegir la mesa, el precio no podía ser superior a 80€ y el estilo lo más nórdico posible. Para la silla, simplemente cribé por precio, máximo 30€, esperando a ver qué me encontraba para hacer la siguiente criba.
Una vez hice la primera selección de mesas cribé de nuevo por tipo, escritorios de madera actuales, medidas, máximo 1 metro de ancho. Con el estilo y el límite de precio que mantenía en el filtro, descarté además modelos que estéticamente no me gustaban. Al final me quedé con tres modelos, y tras valorar pros y contras, elegí el que me enamoró a la vista: una sencilla mesa de patas metálicas en blanco y tapa de madera de roble, con dos cajones bajo la tapa. Me encantó.
La silla, no me costó nada elegirla. Tras filtrar las sillas de madera bonitas y precio máximo 40€, cuando la vi dije “¡esa!”porque me encantó. Fue un flechazo, aunque claro, dado mi ojo inexperto, no sabía que es la silla tendencia del momento, inspirada en la famosa silla Tower Wood de Charles Eames. Lo cierto es que ese modelo de silla estaba disponible en muchas tiendas, así que como lo que me interesaba era el precio, me fui a la más económica, 30€. Aunque eso suponía que el envío tardara un poco más.
Así que elegidas mis piezas, los enlaces me llevaron a sus respectivas tiendas y procedí a realizar el pedido, solo me quedaba esperar que llegaran los paquetes. Para la mesa el plazo eran 4-5 y llegó dentro de ese plazo; para la silla le plazo era de algo más de un mes, decidí esperar porque me interesaba sobre todo su buen precio, pero sorprendentemente la recibí en dos semanas.
El mismo día que recibí la mesa desalojé la anterior y la monté. Como una niña la mañana de reyes me lo pasé en grande entre tornillos, tuercas y tableros, fue muy sencillo, me llevó apenas una hora y antes de que llegaran los niños del cole tenía instalada mi nueva mesa. No es que haya sido un cambio enorme, pero sí lo suficientemente significativo como para que el rincón ganara amplitud, luz, y a pesar de ser una mesa más grande, se viera menos abarrotado.
Donde antes no me cabía ni un lapicero, ahora tengo espacio de sobra para mi agenda, el ratón, cajas de almacenaje, dos lapiceros amplios y en fin… aunque no quiero recargar el espacio, reconozco que soy una acumulacosas compulsiva. La sensación de un espacio ordenado, despejado y descargado es lo que primero que percibí con el cambio.
Además antes tenía una maraña de cables y enchufes y esta ha sido fue la oportunidad de solucionar ese tema. La mesa tiene agujeros que no se ven a simple vista, para pasar los cables a través de ellos. Al ser abierta por abajo, he unido todos los cables con bridas para que no se lien y con cinta aislante los he fijada por detrás a la barra blanca de la mesa.
Lo mejor son los cajones, amplios, del mismo ancho y fondo de la mesa. En ellos puedo meter todas mis libretas, papeles y chorradas que antes tenía por medio, desperdigadas u olvidadas de no saber dónde las había guardado.
La silla completó mi rincón de trabajo ideal a la perfección- Combina estupendamente con la mesa, es cómoda, ligera y sus patas descargan visualmente dando sensación de espacio y amplitud, al igual que la mesa. Eso es algo que buscaba, que los muebles no fueran armatostes que dieran la sensación de ocupar espacio, sino al contrario.
Uno de los cambios de mi rincón de trabajo ideal es que con la otra mesa por ejemplo apenas tenía espacio para las piernas. No podía estirarlas, y ahora tengo todo el ancho y fondo de la mesa, así que estoy comodísima.
Además, la otra mesa a pesar de ser más pequeña, acumulaba más polvo en las barras y balda inferior, y era engorrosa de limpiar. Con la nueva mesa hay menos rincones y zonas que limpiar porque es un mueble compacto y accesible.
He tenido que improvisar la impresora en el suelo sobre el subwoofer de los altavoces pero está en un lugar accesible y a la vez no estorba, así que de momento ahí se van a quedar. Y solo faltan algunas estanterías en la pared que ya iré poniendo, pero de momento me doy por muy satisfecha porque es sentarme aquí, en mi rinconcito, y sentirme muy a gusto.
Es increíble como un rincón de la casa puede cambiar con tan poco. La verdad es que me gustaría ir cambiando poco a poco esos espacios con los que no acabo de sentirme a gusto porque realmente vale la pena. En mente tengo crearme un rinconcito similar en mi dormitorio a modo de tocador. Quizás en unos años, cuando mi bebé ya no sea bebé, pueda recuperar ese pequeño espacio para mi. De momento, estoy feliz de haber logrado mi rincón de trabajo ideal.
Menudo cambio! Me encantan esos retoques caseros que hace que todo parezca diferente y que nos sintamos más a gusto. Llevo años detrás de cambiar mi salón, no demasiado espacioso, por una versión mejor. Algún día… 🙂
Muas!
La verdad es que crear una estancia para el trabajo es ideal, pues es la mejor manera para poder tener un lugar personal, sin distracciones y tener una mayor concentración. En estos espacios es importante introducir sillas o mesas aptas para trabajar. Además, una de las cosas que funcionan muy bien en estas habitaciones es el uso de las taquillas para poder meter dentro todas aquellas cosas que necesitas, sin ocupar espacio en el escritorio y poder acceder a ellas en cualquier momento. Nosotros las recomendamos 100%.