Te preguntarás a qué vengo yo a hablarte de Amaia. Es más, probablemente lo que te preguntes sea, ¿pero quién narices es Amaia?¿La de Mocedades? ¿La ex Oreja de Van Gogh? ¿ Amaia Salamanca?.
Lo que nos pilla por generación, vaya. Pues ninguna de las tres, teniendo en cuenta además que la primera sería Amaya y no Amaia, aunque se te viene a la cabeza al escuchar el nombre.
Me refiero a Amaia Romero, la ganadora de la última edición de Operación Triunfo. Sí, me he enganchado al revival de este famoso talent show que tanto lo petó en su primera edición, no así las siguientes. Personalmente a mi la primera no me enganchó, ni las sucesivas. Pero las he visto TODAS. Porque a una le va un cante cosa mala.
Contra todo pronóstico, esta edición sí me ha enganchado. A mis casi 40 mira tú. Me han enganchado por un cúmulo de motivos que, lo creas o no, tienen mucho que ver con la educación, la crianza y las expectativas o metas que me trazo como madre. Pero eso sería material abundante para un post más profundo. Y no me quiero enrollar.
Fui fan de Amaia desde el minuto 1 que me flipó interpretando un tema de David Bowie en un programa como Operación Triunfo. Enganchándome con esa voz suave, melosa y muy personal, muy a contracorriente de lo que mucha gente cree que es una gran voz: agudos, gorgoritos y florituras sin personalidad.
Pero me enamoró profundamente a lo largo del programa comprobar que esa niña es música. Su dominio del piano, la impresionante técnica, su repertorio y cultura musical y la facilidad de llevarse a su terreno cualquier tema que se le proponga.
Ahí hay talento, mucho talento, sin lugar a dudas. Pero además, hay muchísimo trabajo, dedicación, esfuerzo, un trabajo musical desde la infancia que no se adquiere por don divino. Hay que currárselo mucho y muy constantemente.
Este es el punto de interés al que quiero llegar en este post, como madre de un hijo que adora la música, aspira a dominar un isntrumento y que realiza estudios musicales en el conservatorio.
Aprender a tocar un instrumento es muy difícil. No me refiero a dar cuatro acordes sino a tocarlo bien, con la técnica que precisa para ello. Requiere un trabajo muy constante, repetitivo, monótono, invertir mucho tiempo para obtener poco resultado a corto plazo. Es el principal motivo por el que muchxs niñxs que inician estudios musicales los acaban dejando. Los resultados – tocar medianamente bien – tardan en llegar y el esfuerzo y el tiempo dedicados no son proporcionales al éxito obtenido.
Sí, el resultado de aprender a tocar un instrumento llega a largo plazo y hay que tenerlo muy claro para no abandonar en el camino.
Como me hice #muyfan del programa, seguí el canal 24 horas en la medida de lo posible, y el post OT. Entrevistas a los concursantes, apariciones públicas, interacción en redes sociales, todas esas cosas. El pasado viernes me enteré de que harían una entrevista a Amaia en directo desde la fanpage de RTVE e invitaban a hacerle preguntas vía Twitter.
Y yo, que veo en Amaia y Alfred perfiles muy buenos ejemplos a seguir para niñxs como mi hijo, por su amplia formación musical y el dominio no solo de uno sino de varios instrumentos, me lancé a hacer una pregunta desde mi perspectiva de espectadora y madre. Porque reconozco que este programa o he seguido muy como madre. La pregunta en cuestión fue la siguiente (no la busqueis en mi perfil de Twittter, me creé otro solo para seguir y comentar OT en plena libertad e intimidad jajaja).
Mi hijo de 10 años estudia piano en el conservatorio y le apasiona, pero a veces no entiende la constancia y dedicación que precisa. ¿Qué le dirías para motivarlo y que entienda cuánto le puede aportar a largo plazo?. Eres un gran ejemplo para las nuevas generaciones.
Mi idea era la siguiente. No basta con que te guste algo para hacerlo, a veces supone más esfuerzo del que te crees a priori y cuesta mucho mantener la constancia, sobre todo si no ves resultados a corto plazo. Mi hijo adora la música, desde niño nos demandó muchísimo en ese aspecto, es feliz estudiando piano y quiere dedicarse a la música, o al menos que la música sea una parte importante en su vida.
Pero, lógicamente, a veces hay que achucharlo para que se siente a estudiar, se frustra cuando se bloquea en un acorde o un compás, no entiende que hay que seguir un método y un orden para hacer las cosas bien. Y a veces no tengo palabras para reforzarle cuánto positivo le puede aportar todo el esfuerzo realizado.
No pude ver la entrevista en directo pero como la suben a la página de Facebook, pero la vi mientras comía. Y me quedé de palo cuando comencé a escuchar en la redactora las mismas palabras que había escrito yo en mi tuit. Si no quieres ver la entrevista completa, te lo pongo fácil: escuchad a partir del minuto 11:38.
Ni qué decir que el nivel de fliparlo mucho me duró para el resto del día. A veces una se siente de nuevo adolescente con esto de “wowwwww, han seleccionado mi tuit y Amaia me ha respondido”. Pero no fue eso lo que me emocionó sino las preciosas palabras, la verdad y los consejos de Amaia.
Reconozco que me sorprendió muchísimo su respuesta. Amaia ha participado desde niña en programas de talento, yo la recuerdo con 13 años y su ukelele cantando por los Beatles en El Número Uno. Ha ganado numerosos cértamenes y premios musicales como alumna de conservatorio. Hay videos de ellos en las que siendo una niña tocaba el piano que es impresionante verla.
Así que lo que menos me esperaba es que, precisamente, se describiera exactamente igual que como es mi hijo como estudiante de piano. Impaciente, queriendo tocar todo rápido y ya, que el trabajo de estudiar le parezca lento, aburrido. La veo tan virtuosa que lo primero que pienso es que siempre se le ha dado bien y, como quien dice, ha nacido sabiendo tocar el piano, o que ha sido una niña que estudiaba por puro placer.
No como mi hijo, que si bien le encanta y se sienta a estudiar, como decía, más veces de las que me gustaría hay que estar encima de él: venga estudia, repite, solo llevas media hora, te lo tienes que tomar en serio, aprender a tocar un instrumento es muy duro… A veces me repelo a mi misma cuando lo digo, lo reconozco.
Quizás si tu hijx estudia algún instrumento esto te resulte conocido, porque es algo bastante habitual. Al fin y al cabo es un trabajo duro y exigente, más si estamos hablando de niñxs. Las enseñanzas en escuelas de música puede ser algo laxo, pero el conservatorio es muy exigente y no admite excusas.
Así que las palabras de Amaia fueron un soplo de aire fresco, de los de verdad. Nada como la empatía, como sentirse identificado con una experiencia, con una persona, para que esas palabras te lleguen. Es lo que me sucedió cuando la escuché, y cuando la escuchó mi hijo.
Hasta ahora la referencia que teníamos era su profesor de piano y su compañera de clase. De uno recibe las lecciones, de la otra observa su evolución. Pero no tenía una referencia espejo, quiero decir, alguien que, desde la posición de alumnx, pero con ya un recorrido, le explique cómo es la realidad del estudiante de piano.
No significa esto que Amaia sea el espejo en el que mirarse, porque no la conoce, tan solo le ha dado un consejo. Pero es una buena referencia a tener en cuenta. Y la prueba es que ayer, en un momento en el que se bloqueó él mismo dijo “voy a hacer como me dijo Amaia, tocar primero despacio, a manos separadas, para asegurar la melodía, que aunque sea más aburrido seguro que merece la pena”.
El mismo viernes le enseñé la entrevista a su profesor de piano, con cierto miedo de que pensara que tengo alguna especie de tara mental. Sin embargo, para mi sorpresa, quedó igual de maravillado que yo porque parece ser que esto de querer tocar todo ya, sin pararse a estudiar dedicándole el tiempo y el trabajo requerido, es un mal bastante generalizado.
Pasó la entrevista a través del grupo de whatsapp de sus alumnos y me resultó comprobar como cada una de las madres y padres de dicho grupo se sentían igual de indentificadxs que yo porque se encuentran con las mismas circunstancias. Yo pensaba que era cosa de mi hijo, que quizás no se lo tomaba todo lo en serio que debía, o que no estaba preparado para tanta exigencia. Sin embargo gracias a esta anécdota he comprobado que él no es una excepción, sino, digamos, lo normal en niñxs de su edad.
Así que nos ha servido muchísimo a los dos. A mi, para entender que no es que mi hijo no se comprometa con sus estudios todo lo que debe, sino que es normal que tenga pereza ligada a la propia exigencia y dificultad que supone el piano.
A él, para motivarse a tope. Para entender que lo que parece monótono y aburrido en realidad es muy útil y va encaminado a hacer las cosas bien. Y sobre todo para visualizar que lo poco que vaya logrando día a día, en un futuro, con trabajo y constancia, puede ser maravilloso.
Me quedo sobre todo con al última frase de Amaia, esa que quiso cortar del directo pensando, en su espontaneidad, que estaba metiendo la pata. Si no te gusta, ve a por otra cosa, pero no tires la toalla. La música es así, a veces te creas expectativas de primeras con instrumento que cuando comienzas a conocerlo y practicarlo, no es lo que esperabas. Eso no significa que no valgas para la música o para tocar un instrumento, sino que no has encontrado TU instrumento y hay que seguir probando.
Hay quien encuentra el amor de su vida a la primera y quien tiene que intentarlo varias veces antes de llegar a él. Pero, al fin y al cabo, sigue siendo amor. Con la música sucede lo mismo.
En el caso de mi hijo tiene claro que le encanta el piano y que no quiere dejarlo por nada del mundo. En su caso, creo que será una cuestión de poliamor puesto que no se conforma con tocar solo un instrumento. Pero al tiempo, de momento irá pasito a pasito.
Así que no puedo dejar de decir que me alegro muchísimo de haber tenido el impulso de hacerle esa pregunta, sin esperar a ser ya no contestada sino ni siquiera leída, y que ha sido un auténtico regalazo por parte de Amaia dedicarnos unas palabras tan bonitas.
Ojalá en un futuro no muy lejano podamos regalarle el resultado de sus consejos. De momento, me guardo sus palabras para los momentos de debilidad a la hora de estudiar, que me temo que habrá más de los que nos gustaría.
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