No hay dos hijos más diferentes que los míos. Supongo que es algo que se dice con frecuencia de dos hermanos, que no tienen nada que ver. En nuestro caso es verídico, son un huevo y una castaña, como es uno, todo lo contrario es el otro.
Sin embargo, con todo lo diferentes que son, es increíble lo bien que congenian, lo bien que se entienden y lo unidos que están. Esto último me sorprende sobremanera, pues con 3 años de diferencia me esperaba que les costara más llegar a un punto común.
Será por la empatía de Iván, que se adapta a todo y a todos, se pone al nivel del más grande y del más pequeño; o será por la competencia de Antía, que quiere ir adelantada a su tiempo y hacer cosas que no le corresponden. El caso es que, si no fuera por los 3 años de diferencia y el desarrollo que eso implica, están a la par.
Juegan juntos, se buscan, se pelean, se cuidan, se echan de menos, no hay uno sin otro. Iván es el cabecilla que para eso es mayor y tiene la ventaja de la experiencia, pero Antía es una excelente pupila que no solo le va a la zaga sino que aplica bien lo aprendido. ¿Que su hermano coge el patinete? Allá que va ella y se sube. ¿Que su hermano saca la bici? Allá que va ella e intenta pedalear como puede. ¿Que su hermano quiere ver los Little Einstein? Allá que va ella y da palmadas en sus rodillas diciendo ta-ta-ta-ta-taaaaaaa. Tal cual.
Lo gracioso es cómo aprende la jodía. Hasta ahora ella era la víctima de la superioridad de su hermano y se llevaba todos los empujones, achuchones y aplastamientos varios, llorando e implorando auxilio porque está bajo una caja mientras su hermano salta arriba, ante la imposibilidad de ganar al batalla frente a su hermano mayor. Ahora no es que gane, aún no tiene envergadura para ello, pero sí tiene la astucia suficiente como para aprovechar el despiste de su hermano y embestirle por detrás, tirarse encima de él o, simplemente, darle un cate de improvisto, de los que no duelen pero fastidian. Y de repente escucho a Iván llorando e implorando auxilio porque está bajo una caja mientras su hermana salta arriba, sin piedad y carcajeándose a placer.
Si Antía llora porque la he reñido ahí va Iván a decirle “Antía ven con Iván que yo te cuido, ¿Qué te ha pasado?” y la consuela mientras ella llora con desgarro como si le estuvieran quitando la vida.
Si Iván llora porque le he reñido ahí va Antía, se acerca a él y como no habla lo acaricia, se agacha, le da besitos y lo abraza mientras él llora con desgarro, como si le estuviera quitando la vida.
Cuando vamos por la calle y le digo a Antía que me de la mano lo más probable es que, además de negarse, se tire en plancha al suelo pataleando si intento agarrarla en contra de su voluntad. Si le digo que le de la mano a su hermano, le falta medio segundo para correr hacia él y dársela.
Ahora Iván está empeñado en que su hermanita duerma con él en su cama, juntitos. ¿Cómo decirle que no?
No se en qué momento empezó esta adoración mutua, lo que se es que, si alguna vez pienso que menuda locura esto de ser mamá de dos, se me quitan todas las tonterías al verlos así juntos, felices, y con una relación que envidio -porque mi hermano vino muy tarde-. Me siento feliz y me siento orgullosa, porque se que sale de ellos, pero se que también hemos puesto mucho en que fuera así.
Cuando los veo juntos de la mano, compartiendo algún juego, dándose cariño, consolándose, no puedo evitar imaginármelos en un futuro… Y aunque no puedo visualizar cómo será, deseo que cuando sean mayores y cada uno tenga sus gustos, aficiones y amistades propias, sigan siendo dos hermanos que se cuidan, se protegen y se quieren.
Mis hijos que son 4 no se parecen nada entre si pero se complementa. Cada uno tiene su rol y aunq hay relaciones mas afines entre alguno de ellos como las dos mayores se adoran, se protegen y se buscan todo el rato.
No me cansare nunca de decir que el regalo mas grande que le he dado a mis hijos han sido sus hermanos.
Yo tenía clarísimo que no iba a dejar a mi niño solo, y ahora estoy convencida de que darle una hermanita es lo mejor que he podido hacer. Y si me animara, más que le daría (pero va a ser que no). Un besote.
Casi me emociono y todo. Ojala mis hijas congenien del mismo modo que los tuyos. No hay mejor regalo k un hermano, aunk cueste llevarlos hacia adelante. Muaa
Claro que cuesta, me vuelven loca, me hacen perder la paciencia, pero lo bueno siempre supera lo malo. No me arrepiento en absoluto, y sentir lo que siento al verlos juntos es algo que no hubiera imaginado nunca. Un besote.
Qué chulo, se llevan genial! Yo no tengo hermanos, y siempre digo que no lo he echado de menos (porque es verdad), pero cuando veo hermanos que tienen una relación tan bonita, pienso que no habría estado mal, jajajaja!
Muas!
Yo siempre digo que fui hija única porque, aunque tengo un hermano, vino cuando yo ya era mayorcita, por lo que no viví la relación clásica de dos hermanos, ni para lo bueno ni para lo malo. Y sí, yo eché de menos un hermano en mi infancia, por eso tenía claro que tendría dos hijos como mínimo. Ahora se que he hecho bien y no me arrepiento nada. Un besote.
los mios no se terminan de llevar, la niña tiene 3 y el pequeño 1, espero que mejore la relacion segun crezcan, el niño la adora e incluso se rie cuando le pega pero la niña le ha hecho coger mucho genio a base de robarle todo lo que tiene, ha tenido bastante celos la verdad…esperemos que pronto vayan llevandose mejor y empiecen a repetirse mas los momentos bueno, como hoy llevandole de la mano para que intente andar. Enhorabuena por tus niños y por la buena relación que tiene.
Yo creo que ambos son aún demasiado peques y ambos te necesita aún demasiado. Dales tiempo y verás cómo cambia el tiempo. Mi niña vino cuando el mayor tenía 3 años y el primer año fue difícil, pero todo pasa. Un besote.
Aunque a mi los embarazos se me han dado fatal,tenía claro y estaba dispuesta a pasar por ello de nuevo porque no quería dejar a mi hijo solo, como hijo único. Yo tengo 3 hermanos más y no imagino la vida sin ellos…
El otro día, en la cama, bien temprano, viendo dibujos con los dos hubo un momento en que supe que había merecido la pena y en que todos los momentos duros y dificiles con los dos se borraron…Los dos sentados en la cama, uno al lado del otro, y de repente la pequeña de 8 meses le pasa el brazo por la espalda a su hermano mayo..y así agarraditos estuvieron un buen rato viendo los dibujos….ay que ternura!