Hace un tiempo me propuse empeñarme en serio aprender a hacer repostería decente y que mis hijos se rechuparan los dedos con ella. Por ello me llena de orgullo y satisfacción -no os riaís que os conozco- decir que doy este hecho por logrado, con nota. O al menos eso dicen mis hijos, que no solo me piden insistentemente que les haga bizcochos y madalenas sobre todo, sino que se...