Este fin de semana hemos estado en la casa de veraneo del abuelo, un paraíso para los niños porque allí pueden correr, jugar, bañarse en la piscina y disfrutar con total libertad. Pero por alguna extraña razón cada vez que vamos nos pasa algo. Es como si irnos allí fuera un gafe, porque los niños pueden pasar meses sin ponerse malos, sin una décima de fiebre, y allí pillar una...