Cada día me pregunto cuál es la receta de la felicidad. La de la mía, la de mis hijos. No es una receta infalible, ni exacta, ni contiene siempre los mismos ingredientes en las mismas cantidades. Es variable como el tiempo, como la vida, como las emociones. Miro a mis hijos y mi receta de la felicidad son ellos. Si ellos están bien, yo estoy bien. Si ellos sonríen, yo...