Llevo varias semanas en las que me encuentro bastante agobiada porque no tengo tiempo para hacer nada. Antía solo quiere estar conmigo y no puede perderme de vista porque se pone a llorar desconsoladamente, e Iván está igual, cuando estoy con él o me dice “Mamá, tu aquí conmigo” o me persigue a todas partes como un perrito faldero. Y no es que esto sea malo, pero creedme de verdad...