Retraso simple del lenguaje y pequeños avances en el habla.

retraso simple el lenguaje

Hace seis meses decidimos poner remedio al retraso simple del lenguaje que presentaba mi hijo pequeño. Como ya he contado en otras ocasiones, mi bebé con dos años no hablaba y, como tenemos la experiencia previa de su hermana, que también tuvo este problema, y el tratamiento con logopedia le fue tan bien, no dudamos en hacer lo mismo con él.

En esta ocasión mi bebé era más pequeño que su hermana cuando comenzó a trabajar con la logopeda. Esto ha sido un hándicap importante, puesto que ha significado que los avances hayan sido más lentos.

Si bien su hermana obtuvo resultados increíbles con pocas sesiones, a él le ha costado más. Yo lo he atribuído a dos circunstancias principalmente:

⇒ El mero de ser más pequeño en edad que cuando su hermana comenzó el mismo tratamiento

⇒ Las pocas sesiones de tratamiento al mes que nos pautaron en un principio

Cuando mi hija fue derivada a atención temprana tenía ya 28 meses. Entre entrevistas, pruebas y diagnósticos, nos dieron los 29 meses cuando comenzó las sesiones con la logopedia. Las primera se sucedieron en el mes de diciembre, y dado que las vacaciones de navidad interrumpieron el tratamiento, hasta enero no comenzó a acudir con regularidad.

Así que nos plantamos en los 30 meses cuando, por fin, empezó a trabajar. Los resultados vinieron enseguida, al cabo del mes pasamos de una total no comunicación verbal a que la niña se expresara oralmente clara e inteligiblemente. Un milagro, al menos así lo fue para mi.

Pese a que no le dieron el alta definitiva hasta casi los 6 años, superó su retraso del lenguaje a los pocos meses de comenzar el tratamiento. De ahí en adelante la logopedia le sirvió para ajustar y asegurar temas de vocabulario y pronunciación.

Mi bebé tenía 2 años exactos cuando comenzamos tratamiento con la logopedia después de seguir los mismos pasos y evolución de su hermana. Sin embargo no se produjo progreso alguno, cosa que a mi me desconcertaba y desalentaba a partes iguales.

De hecho, hubo un retroceso considerable. A pesar de que mi bebé no hablaba, cuando comenzó  las sesiones con la logopeda su actitud en general era la normal de un bebé. Jugaba, interactuaba y expresaba en la medida en la que podía. Sin embargo, de repente se fue cerrando y en poco tiempo pasó a ser un niño irritable, siempre enfadado, con cada vez menos interés en relacionarse.

Y comenzó a hacer lo mismo que su hermana en el momento más difícil de su no hablar. Frustrarse. Golpearse, tirarse al suelo, apartar la mirada, rechazar el contacto físico.

No solo veía que su actitud era signo evidente de que sufría por no poder comunicarse. Estaba repitiendo un patrón que ya me era conocido y que me indicaba claramente que el tratamiento no estaba funcionando.

Yo daba por hecho que no sería “coser y cantar” como su hermana porque era más pequeño, y me temía que eso le influiría de alguna manera. Pero sabía que no era el único motivo.

Y es que, como por suerte solo presentaba un retraso simple del lenguaje, por su edad temprana le asignaron un número de sesiones al mes que me parecieron insuficientes de primeras. Pasados 3 meses, a la vista estaba que lo eran.

Por si no tienes claro qué es un retraso simple del lenguaje, te resumo sus principales carácterísticas:

♥  El inicio del lenguaje oral como forma de comunicación aparece más tarde de lo normal.

♥  Las características del retraso simple del lenguaje suelen ser muy similares en los niños que lo presentan.

♥  Los niños demuestran una gran compresión, siendo su punto débil la expresión oral.

♥  Presenta mayor dificultad a la hora de emitir sonidos reconocibles y reproducir vocabulario.

♥  Pueden compensar las carencias del lenguaje de otras  formas, pudiendo comunicarse perfectamente sin hablar o emitir sonidos.

♥  El retraso en desarrollo del lenguaje se produce a todos los niveles y la expresión oral, bien en la emisión y pronunciación de sonidos, bien en la adquisición y uso del vocabulario, bien en la conversación en interacción con otras personas.

♥  La respuesta a la atención temprana es muy satisfactoria y alcanzan hitos en poco tiempo.

Así que, visto que no avanzábamos, decidí hablar con la logopeda y plantearle la necesidad de ampliar las sesiones. Le dije exactamente todo lo que me preocupaba, los antecedentes que vivimos con mi hija mayor y la impotencia de que, lejos de haber algún avance, por pequeño que fuera, yo percibía retroceso.

Al principio se mostró un poco contraria a ello, alegando que se le habían asignado las sesiones correspondientes a su edad y diagnóstico, y que no se podía hacer más. Que quizás lo que necesitaba era más estimulación por nuestra (mi) parte en casa.

Pero no sería por falta de estimulación. Mi principal impotencia es que nada de lo que intentaba con él funcionaba. Normalmente ni siquiera lograba que me sostuviera la mirada al decirle algo, ni mucho menos que articulara algún sonido en repetición de lo que yo decía. Tenemos libros, juguetes interactivos, fichas, y dos hermanxs mayores que son el mejor modelo a imitar. Pero no, ese no era el problema.

El problema fue que solo nos asignaron dos sesiones mensuales, que de por si eran insuficientes. Si además se daba el hecho de que una de ellas coincidiera con festivos, puentes, vacaciones o el niño enfermo podía, como de hecho sucedió, pasar un mes entre una sesión a otra. Así que era imposible que hubiera avances con esa pauta.

El principal impedimento para aumentar las sesiones era el propio diagnóstico. Así que por mi parte planteé la posibilidad de que éste hubiera variado, es decir, que en el momento de ser evaluado, por ser más pequeño, no se detectara algún problema, teniendo en cuenta que, para un bebé de 2 años, un período de 3 a 6 meses es un tiempo considerable en el que se pueden producir muchos cambios.

Así que finalmente la logopeda apoyó mis pretensiones y logró que se aumentara el tratamiento a 4 sesiones mensuales, es decir, una sesión semanal. Y se obró el cambio.

Esta vez no lo puedo llamar milagro como en el caso de su hermana, porque la evolución es mucho más pausada que con ella. Pero sí se trata de una evolución notable en varios aspectos.

⇒ Repite sonidos, palabras cortas y finales de palabras largas

⇒ Saluda, se relaciona e interactúa con normalidad

⇒ Exterioriza sus emociones

⇒ No se frustra

Vamos, que se ha producido un cambio sustancial. Todavía está lejos de los hitos alcanzados por su hermana al poco tiempo del inicio del tratamiento.

Pero justamente mañana cumple 30 meses mi pequeño por lo que, si quiero establecer un paralelismo, se encuentra en el momento en el que se produjo la explosión del lenguaje de su hermana. Así que todavía estamos en un tiempo razonable para que se produzca en él la misma explosión.

Por el momento tanto la logopeda, como su seño de la guarde, como yo, estamos de acuerdo en que, por fin, se ha producido el click en su cabecita que ha dado salida a su comunicación oral. Y estamos percibiendo avances cada día.

Hace unas semanas apenas se limitaba a imitar y reproducir algunos sonidos. No nos preocupaba, como así me decía la logopeda, la pronunciación, sino el hecho de que por fin emitiera y repitiera sonidos.

En estas niño se ha venido arriba, perdiendo el miedo a hablar, repitiendo a su manera todo lo que capta, e incluso perfeccionando aquellas palabras que va dominando.

No era capaz ni de decir mamá y ahora me dice “mami” hasta la saciedad. Y, aunque no dice “te quiero” tal cual sino “eroooooo” a la vez que se echa a mis brazos, ese “erooooo” le ha permitido comunicar una emoción que necesitaba transmitirme.

Llama a sus hermanos por los nombres, al gato, cuando lo llamo por su nombre me respondo “¿qué?”, da respuestas de tipo “vale”, “este, “esto”, “ese”, “eso”, “así”, me pide “yuda” (ayuda), la “opa” (ropa), “ayunar” que es desayunar, y una serie de acciones y respuestas cotidianas que va incorporando a su vocabulario y pronunciando cada vez mejor.

Pero sobre todo, el hito importante es haber recuperado su auténtica personalidad. Ha vuelto el niño alegre, risueño, simpático, cariñoso, aunque con su carácter que no deja de mostrar, y es feliz pudiendo comunicar sus emociones.

Todavía nos queda mucho trabajo por realizar. Pero al menos me quedo tranquila porque se que vamos por buen camino. He confirmado que efectivamente el problema era que las sesiones eran insuficientes, y con una sesión semanal se ha producido el avance necesario para soltarse a hablar.

Si bien se suele decir que cada niño es un mundo, tiene su propio ritmo y “ya hablará”, soy de la opinión de que si se les puede echar una mano, mejor. Pero sobre todo, actuar si crees que tu bebé puede tener un problema, porque esperar no es garantía de que el problema remita por sí solo.

Como bien dice Melisa Tuya en este interesantísimo post – y lo que yo mismo digo cuando me repiten una y otra vez “es muy pequeño todavía, ya hablará” (qué hartura, por favor) -la estimulación no le va a hacer daño.

Efectivamente, la estimulación no le hace ningún daño. Mi pequeño va “al cole de hablar”, las sesiones se basan en el juego, se lo pasa muy bien y entra encantado de la mano de la logopeda. Tiene la rutina totalmente interiorizada. Siendo así, no le veo ningún punto negativo.

Dentro de poco diré que me vuelve loca con lo que charla y que bendita la época en la que no hablaba. Pero tampoco me arrepentiré de ello.

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