Cómo logré involucrar a mis hijos en las tareas del hogar

tareas del hogar

Es pensar en las tareas del hogar y entrarme una pereza inmensa. Sí, soy de ese tipo de personas que odia las tareas del hogar, así en general. De hecho, pienso que el dinero mejor invertido es el de pagar a una persona que se ocupe de ellas.

Así que no me sorprende en absoluto que sea algo cero motivador para los niños. Es verdad que cuando son pequeñitos y les divierte la imitación se tomen esto de las tareas del hogar como un juego. Pero cuando comienzan a ser conscientes de lo que supone mantener la casa limpia y recogida, el esfuerzo que requiere y, sobre todo, la responsabilidad que conlleva, pierde la gracia.

Como te puedes imaginar, donde más noto yo que soy madre de familia numerosa es en casa. Todo se multiplica. La ropa que lavar, los platos que fregar, los juguetes a recoger, las habitaciones a limpiar. Es un bucle infinito. Cuando consigo tener todo medio adecentado, se tarda menos que nada en volver a haber migas por el sofá, juguetes esparcidos por el suelo, ropa que recoger o echar lavar o doblar o guardar.

Un bucle infinito desesperante, ya no por ver que todo el trabajo que me he pegado no ha servido para nada, sino porque nunca acabo de tener mi casa medio decente.

En  mi caso, se añade el hecho de que al estar sola con los niños, lo que no haga yo no lo va a hacer nadie. No cuento con apoyo logístico. Si yo no voy a la compra la compra no se hace, si yo no pongo la lavadora la ropa no se pone sola, si yo pongo el lavavajillas no se friegan los platos.

Así que en mi caso, que siempre he sido despreocupada y poco organizada, no me ha quedado más narices que sucumbir a la organización y las rutinas. E involucrar a mis hijos en ello, como parte activa en esto de que la casa se ponga patas arriba.

La verdad es que todos los días escucho que me preguntan “cómo lo hago”. Esto de estar siempre sola con los tres y poder llegar a todo (o a casi todo). Y curiosamente, la gente, que suelen ser padres y sobre todo madres, se sorprenden cuando les digo que los niños me ayudan mucho en casa.

Que no ha sido fácil ¿eh? creo que me ha costado cerca de dos años que hoy funcionemos como lo hacemos… Pero a día de hoy me siento muy orgullosa… ¡y menos cansada!

¿Deben los niños colaborar con las tareas del hogar?

Decir que con esto de las tareas del hogar yo tengo un trauma serio. Mi madre tuvo la mala suerte de ser la única mujer de cinco hermanos. Mi abuela, una adelantada a su tiempo, fue una mujer independiente en todos los aspectos de la vida, fue madre soltera de familia numerosa y trabajadora fuera de casa. Así que a mi madre, como única mujer entre 5 hermanos, le tocó con resignación hacerse cargo de su casa y sus hermanos. No solo no tenía ayuda sino que, en cierto modo, era tratada como una criada.

Yo fui la siguiente “mujer” en llegar a la familia y, por conclusión, la única ayuda para mi madre. Así que desde bien pequeñita me ponía a hacer pequeñas tareas que fueron aumentando conforme yo crecía. Recuerdo, por ejemplo, son 6-7 años me, tenía que fregar los platos, y si no lo hacía, no podía bajar a jugar a la calle. Como no llegaba el fregadero, me colocaba un taburete con el asiento de mimbre sobre el que ponía un paño doblado, para que yo, al arrodillarme en él para fregar, no me dejara las rodillas en el intento.

En mi casa éramos bastantes de familia, pero la única que tenía que cumplir con las tareas del hogar, además de mi madre, era yo. Limpiar el baño, que incluía quitar el polvo a las chorrocientasmil figuritas de adorno que había en las estanterías. Ídem en las de las habitaciones, pasillo y salón. Limpiar la entradilla. Como no, hacer mi cama y tener mi habitación siempre recogida. Limpiar la cocina todos los días. Ir a la compra. Y si no lo hacía, no salía a jugar.

Esto fue así hasta que me independicé. Un coñazo. Y no creo que haya aportado nada positivo a mi vida. Más bien todo lo contrario, siempre he odiado todo lo que tenga que ver con las tareas del hogar y tengo una especie de rencor ahí escondido por que mi madre me haya impuesto por el hecho de ser mujer. Porque he visto pasar al resto de hombres de mi familia, mi hermano, 15 años menor que yo, sin dar ni palo al agua en casa.

Así que me vas a perdonar que diga que yo no quiero que mis hijos asuman las tareas del hogar de esa manera. Soy consciente de que pueden hacer muchas cosas de la infinita lista de las tareas del hogar. Y que deben hacerse responsables, colaborar y ganar autonomía. Pero no lo voy a hacer delegando en ellos tareas en concreto como una obligación.

Creo que los niños deben ser conscientes de la realidad de las tareas del hogar, saber lo que cuesta mantener todo limpio y en orden y que colaboren en la medida de sus posibilidades. Pero no estoy de acuerdo en dejar recaer sobre ellos responsabilidades que no les corresponden. O sinceramente, yo no necesito que mis hijos barran, frieguen o pongan el lavavajillas.

Creo que hay tareas del hogar acordes para todos y que el éxito no es en asignar simplemente las que por edad pueden llevar a cabo, sino aquellas que contribuyen al funcionamiento global del hogar.

Cómo logré involucrar a mis hijos en las tareas del hogar

Que mis hijos colaboren en ciertas tareas del hogar es, sin lugar a dudas, la mayor ayuda que tengo y lo que me hace salvar con cierto éxito cada día. Y haber logrado que así sea me produce una gran satisfacción. Tampoco ha sido fácil, más bien un trabajo de pico y pala cada día durante bastante tiempo hasta conseguir que hayan interiorizado ciertas rutinas como propia responsabilidad.

Se que ronda por ahí una tabla con tareas del hogar que los niños pueden hacer según la edad, pero no me gusta. Primero, porque las circunstancias de cada familia determinan mucho qué tipos de tareas del hogar se realizan habitualmente o cuáles son más importanes. Segundo, porque todos los niños no son iguales y hay que tener muy en cuenta la capacidad de cada niño, entre otras cosas.

La verdad es que yo no necesito que me ayuden con el grueso de tareas del hogar, porque sinceramente, yo acabo antes y lo hago mejor, para que nos vamos a engañar. Por decirlo de alguna manera gráfica, no me cuesta en absoluto limpiar todos los muebles del salón, barrer y fregar, si está recogido. Lo que sí me lleva un tiempo ingente es recoger todo lo que hay por medio, y es lo que me quita tiempo de valor para limpiar a fondo.

Así que nos hemos organizado para que mis hijos puedan realizar tareas acorde a su edad, capacidad y nuestras necesidades familiares. Y estas son las tareas del hogar que mis hijos llevan a cabo como parte de nuestra rutina familiar:

♥ Recoger su cuarto. Pueden jugar y desordenar lo que quieran, pero al acabar de jugar deben volver a colocar todo en su sitio.

♥ Hacer su cama. Aunque la hagan mal, pero deben intentar dejar su cama recogida y con la colcha colocada.

♥ Ordenar su ropa. Cuando se la quitan, si está sucia al cesto de la colada, si está limpia, deben doblarla y guardarla. Incluídos los zapatos, que una vez se los quiten deben colorcarlos en su correspondiente lugar, y no desperdigados por la casa.

♥ Poner y recoger la mesa. Mientras yo acabo de cocinar deben poner sus cubiertos, platos y vasos. Al acabar de comer deben recoger cada uno lo suyo y llevarlo a la cocina.

♥ Mantener el salón recogido. Igual que su cuarto, pueden jugar en el salón y trastear todo lo que quieran, pero deben recogerlo todo al acabar, o al menos, antes de irse a la cama.

♥ Ayudar con la colada. Cuando la recojo del tendedero, juntos separamos la ropa, cada uno dobla y coloca la suya.

♥ Hacerse cargo de su uniforme del colegio. Todas las noches deben dejar preparado su uniforme del día siguiente, incluyendo ropa interior, calcetines y  zapatos.

♥ Recoger el baño después de usarlo. Cuando se bañan o se cambian de ropa, deben dejarlo todo tal cual se lo han encontrado.

♥ Gestionar su mochila escolar. Ellos se encargan del material que deben llevar al colegio y dejarlo debidamente preparado la noche anterior. Así como dejar llena la botella de agua y, por la mañana, guardar su tentempié del recreo.

♥ Gestionar el material necesario para sus extraescolares. Ser responsables de los libros, ropa y todo lo que necesiten llevar cada uno a sus actividades.

Son tareas bien sencillas y que así, a primera lectura, pueden parecer poca cosa. Pero ya te digo yo que no lo es. No lo es desde el momento en que si esas pequeñas cosas las hago solo yo, el trabajo se cuatriplica.

En mi casa hay pocas normas como tal, en el sentido de normas extrictas e impepinables. Pero la norma de las normas, el pilar de nuestra organización es que SOMOS UN EQUIPO. Y todos debemos colaborar.

Para ello he hablado mucho con mis hijos y les he explicado lo importante que es que me ayuden, no solo que me ayuden, sino que colaboren, haciéndoles ver las ventajas e inconvenientes. Cosa que no ha sido de un día para otra, que me ha requerido constancia, grandes dosis de paciencia y alguna que otra amenaza de castigo.

Porque yo solo no llego a todo, y es mucho más fácil cuando todos aportamos y ayudamos.

Además, la casa no es solo mía, en ella vivimos todos, todos utilizamos, comemos, ensuciamos y todos debemos poner nuestra parte para que la casa esté lo mejor posible.

Y porque si lo hago todo yo sola, no podemos hacer planes divertidos.

Cómo organizamos nuestro día a día

Hasta hace no mucho, me acostaba con la casa patas arriba, juguetes y libros por toda la casa, ropa por aquí y por allá, cansadísima de correr todo el día de un lado para el otro. Al día siguiente me levantaba y, al ver cómo estaba todo, ya me ponía de mala leche. Además, arrancar el día con tres niños y el tiempo pegado al culo es un estrés curioso.

La primera hora de la mañana era, por lo tanto, uno de los peores momentos del día, saliendo a la calle enfadada por ir tarde y a medio vestir al colegio, olvidando o dejando siempre algo por detrás por culpa de no haberlo preparado con antelación.

Así que la primera rutina que intenté adquirir fue la de hacer a mis hijos autónomos en su preparación para ir al cole. Yo me levanto antes que ellos y aprovecho ese tiempo para ducharme y arreglarme. Cuando los despierto, ya estoy preparada y lista para salir. Les preparo el desayuno y ellos desayunan solos mientras ven un ratito los dibujos. Como el mayor tiene reloj, controla la hora a la que tienen que apagar la tele para vestirse.

Cada uno ha dejado correspondientemente preparado su uniforme el día anterior, se visten, dejan su pijama bajo la almohada y se asean. Mientras, yo voy vistiendo al pequeño. Las mochilas están debidamente preparadas junto a la puerta, así que en cuanto acabamos estamos listos para salir sin olvidarnos nada.

Cuando volvemos del colegio, colocan las mochilas en su sitio, se descalzan y colocan los zapatos en su lugar. Si no vamos a salir más, se quitan el uniforme para no ensuciarlo, dejándolo preparado para el día siguiente, y se ponen ropa cómoda, o un pijama, que ellos mismos cogen. Mientras acabo de servir la comida -las comidas suelo organizarme y tenerlas previstas van poniendo lo necesario en la mesa, y después de comer, recogen cada uno su servicio.

Yo antes acostumbrara a enredarme media mañana limpiando y recogiendo. Eso me suponía que el poco tiempo que tengo en soledad lo perdiera en algo que tan pronto como volvieran los niños estaría otra vez revuelto. Así que ahora dedico todas las mañanas – si no me surge otro imprevisto – a trabajar un rato en el blog y todo lo relacionado con él y limpio por las tardes.

Esto ha sido lo que me ha permitido involucrar a mis hijos en las tareas del hogar. Antes dejaban todo por ahí y al volver se encontraban la casa limpia y recogida. Volvían a desordenar y ensuciar porque no pasaba nada, ya que alguien se encargaba de limpiar y recoger. Y ese alguien – yo – se desesperaba porque se pasaba el día limpiando y recogiendo para nada.

Al limpiar mi casa por las tardes, tengo la oportunidad ideal para involucrarlos en ello. Yo limpio, pero ellos deben recoger todo lo que está por medio. Y a veces es un TODO muy numeroso. Pero no me importa, ese TODO está ahí por ellos y no se va a recoger solo. Así que mientras yo me voy ocupando de tareas mayores, ellos deben recoger sus habitaciones y el salón, entendiendo por recoger, guardar juguetes, libros, colores, hojas, ropa y demás en su correspondiente lugar. Con todo recogido, para mi es mucho más sencillo limpiar a fondo polvo, barrer y fregar.

La gran lección de todo esto es que, al entender lo muchísimo que cuesta recoger, cosa que antes no veían porque lo hacía yo mientras ellos no estaban, ahora desordenan muchísimo menos. Saben que todo lo que desordenen tendrán que recogerlo ellos. Yo no lo voy a hacer. Y so no lo recogen, como mucho, lo que esté desordenado irá a la basura.

También he establecido un pequeño sistema de recompensa. Es decir, motivarles para que recoger tenga un aliciente más allá de colaborar con las tareas del hogar. Así que saben que la manera de que les deje jugar a la Nintendo, al Minecraft o a lo que quieran, es colaborando en casa. Y funciona, sobre todo cuando los privilegios son retirados por no haber cumplido con sus responsabilidades.

Cuando acabo de limpiar ellos pueden volver a jugar y desordenar lo necesario, claro, pero ya sobre un entorno más cómodo para todos. Y en cuanto me pongo con la cena saben que es el momento de volver a dejar todo recogido. Cenamos, se acuestan, yo recoloco todo un poco – las colchas de los sofás, paso una escoba, recojo cualquier cosilla que se haya quedado despistada-  y cuando aún no son las 10 de la noche mi casa no parece una leonera, los niños duermen y yo por fin puedo entrar en stand by.

Organizándonos así he ganado que limpio prácticamente en un pispás. El tiempo que dedicaba a recoger lo invierto en poder limpiar la cocina y el baño, cuando ellos acaban de recoger solo tengo que quitar polvo, barrer y fregar. No hay color.

Ellos han ganado responsabilidad, conciencia y autonomía. Yo he ganado, sobre todo, tranquilidad. Todos tenemos más tiempo para disfrutar en otras cosas. Y lo mejor, es que su hermano bebé, que los imita en todo, quiere seguir su ejemplo y está haciendo cosas que sus hermanos mayores no hacían a su edad, por lo que todas estas rutinas que ellos han ido aprendiendo para su hermano serán “lo normal”.

Nuestras normas de convivencia y colaboración

Ahora que mis mayores son eso, mayores, autónomos y conscientes de que son miembros de la familia con plena capacidad de colaborar, he visto el momento ideal para hacer oficiales una serie de normas de convivencia y colaboración esenciales para el funcionamiento de nuestra familia. Esenciales dadas nuestras circunstancias, es decir, que ellos son tres, yo estoy sola con ellos, y necesito su colaboración para que todos seamos felices y nuestra casa funcione.

♥ Vestirse solos. Y a ser posible, elegir su ropa. No me importa que vayan más o menos combinados, pero sí me importa que me ahorren el tiempo de decidir yo qué les pongo. Tardo menos en decirles “mejor este pantalón o esta blusa” si no han combinado bien, que en elegir un atuendo completo para cada uno de

♥ Dejar lo menos posible por medio. Porque cuanto más cosas dejen por medio, más tendrán que recoger luego. Y si recogen según van dejando de usar, les costará menos trabajo hacerlo que si se acumulan muchas cosas.

♥ Ser ordenados y cuidadosos, en general. No es más limpio quien más limpia sino quien menos ensucia, quién no ha escuchado esa frase. Pues se la repito hasta el infinito y más allá para que entiendan que cuanto más ordenados seamos en general, mejor mantendremos la casa y menos nos costará.

♥ Cada cosa que se coge o se utiliza, se vuelve a poner en su sitio. Así no se acumula faena que luego cuesta más trabajo y tiempo.

♥ Cada uno es responsable de lo suyo. Cada uno debe responsabilizarse de sus cosas. Su ropa, sus juguetes, sus libros, su habitación y lo necesario para salir donde vayamos. Yo se lo recuerdo, les doy indicaciones, les ayudo. Pero el resultado final depende de ellos.

♥ Recogemos lo nuestro, y lo de los demás. No vale con “yo no recojo eso que yo no lo he tirado”. Como les digo, si yo solo conocinara lo que me voy a comer, lavara solo la ropa que me pongo o limpiara solo lo que mancho, ¡no tendría apenas trabajo! y además ¡ellos no comerían ni llevarían la ropa limpia!. Así que es importante el concepto “colaboración” y no limitarse solo a lo que uno hace o deja de hacer.

♥ Lo que ellos no hagan, no se hace solo. Por lo tanto, la ropa que dejen tirada, los juegues que no recojan, se irán acumulando y luego el trabajo será mayor.

♥ Si yo me encargo de algo grande como cambio de armario o limpieza a fondo de una habitación, cada uno me ayuda en lo que le corresponda

Ayer por ejemplo tocó hacer criba en el armario del mayor de esa ropa que ya no le sirve, además de que el armario era una leonera. No es que el pudiera hacer mucho en ese aspecto, pero estuvo en todo momento conmigo, ayudándome a clasificar la ropa para guardar, para donar o para tirar en caso de ser inservible. Así como a doblar y reorganizar. Creo que con el trabajo que se pegó, tendrá más cuidado antes de volver a desordenar el armario.

♥ Ayudar con su hermano pequeño. Este punto me cuesta menos porque la verdad es que mis mayores han asumido siempre el cuidado de su hermano bebé, casi con devoción. Pero saben que necesito que cuiden de él y lo vigilen especialmente – porque es un pelín liante – cuando yo no lo tengo al alcance de mi vista.

♥ La casa es de todos. Esto es así, para bien y para mal. Todos la disfrutamos, todos debemos cuidarla y todos debemos mantenerla.

♥ No hay distinción de género. En nuestra familia todos somos iguales y podemos hacer las mismas cosas. Jamás hemos hablado de que haya tareas de niñas o de niños ni conciben que pueda ser así.

♥ Somos un equipo. Y como un equipo, todos debemos colaborar para que funcione. No es justo que uno haga más que otro. Si todos colaboramos, todo es infinitamente más sencillo. Todos trabajamos menos y todos disfrutamos. Nos sentimos mejor y, sobre todo, somos más felices.

Y así, más o menos, he conseguido que mi casa marche relativamente bien. Por supuesto, lograr que mis hijos se involucren en las tareas del hogar no ha sido de un día para otro. De hecho, ha sido muy poco a poco, implementando rutinas y responsabilidades según nuestras necesidades y según he ido viendo que podían hacerse cargo de ellas.

También a base de prueba error. Y de algún que otro momento de pérdida de paciencia, no te creas. No soy perfecta y sigue habiendo veces que no quieren mover un dedo y tengo que ponerme más seria de lo que me gustaría.

Pero en general me siento muy satisfecha y orgullosa de mis niños. Porque es gracias a ellos que he logrado encontrar un poco de equilibrio en el caso de mi maternidad. Además, todo esto les sirve no solo para colaborar en casa sino fuera, en todos sus ambientes y relaciones personales y sociales. Si ven normal colaborar en casa, lo verán igual de normal en el colegio, en casa de amig@s o allá donde se encuentren.

Me enorgullece que, siendo tan pequeños, sean conscientes del trabajo que me supone cada uno de nuestros días, estén dispuestos a colaborar  y tener una mamá menos estresada y más feliz. Y para ellos es una recompensa enorme sentirse útiles y relativamente imprescindibles. Todos ganamos

Y tú, ¿has logrado involucrar a tus hijos en las tareas del hogar?

¿te ha costado mucho trabajo que lo hagan?

Me encantará que compartas conmigo lo que te funciona

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One thought on “Cómo logré involucrar a mis hijos en las tareas del hogar

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