Los mocos en los niños, ¿amigos o enemigos?

Cualquier padre o madre que se precie sabe que los mocos llegan en septiembre y no se van hasta junio. O sea, que empieza el curso, empiezan los mocos, es verdad absoluta. Y son un quebradero de cabeza.

Porque si los mocos solo se limitasen a caer como cera en las velas aún te podrías dar con un canto en los dientes pero ¿qué haces cuando los muy puñeteros no dejan vivir a tu peque?. Si es un bebé, ya no te digo nada, puede ser realmente desesperante ver que no le dejan respirar, ni comer en condiciones y que en lugar de tu hijo parece el mismísimo heredero de Darth Vader.

Si tu peque es mayorcito por suerte ya sabrá sonarse solo, cosa que ayuda y se agradece, pero verás caer esos mocos enormes que no sabes ya si a quien tienes delante es a tu adorable hijo, tan guapo para ti y al que tanto quieres, o a uno de esos feos trolls de David el Gnomo y no por feo -tu hijo, que los trolls lo son un rato largo-, sino por esos fluidos densos y espesos colgando de sus fosas nasales.


El caso es que pueden llegar a ser desesperantes porque no se van, pero no debemos olvidar que los mocos son amigos, si están ahí es por algo, por lo que no se trata de eliminarlos completamente sino lograr que la convivencia niño-mocos sea lo más pacífica posible.

Evitar que se produzcan mocos es mecánicamente imposible e intentar prevenirlos es perder el tiempo. Son un elemento natural del cuerpo humano, las fosas nasales crean mucosa como defensa al ser puerta de entrada de virus y bacterias, por lo que si intentáramos eliminar su producción estaríamos generando más perjuicio que beneficio. Los mocos deben existir, nos guste o no.

¿Qué recursos hay para aliviar las molestias producidas por los mocos?

Pues por haber, hay muchos: cuidados básicos, homeopatia, medicamentos específicos, solo hay que saber bien cuándo recurrir a cada uno de ellos. Si partimos de la base de que los mocos no son una enfermedad, deberíamos descartar el uso de medicamentos o al menos solo recurrir a ellos cuando sea estrictamente necesario, siempre bajo indicación médica. No olvides que en ocasiones utilizar un medicamento tiene más efectos secundarios que el propio mal a tratar.

Confieso que yo soy de las que prefiere convivir pacíficamente con ellos, asumir que nos van a acompañar todo el invierno e intentar que molesten lo menos posible. Con los mayores es relativamente fácil porque al sonarse es más fácil eliminar el moco sobrante. La puñeta es cuando producen más de lo físicamente tolerable o se resfrían, esos mocos puñeteros que no les dejan respirar y aunque durante el día aún se sobrellevan, por la noche no les dejan dormir.

Mis hijos odian lavados nasales, y no me extraña porque no hay cosa más desagradable que sentir ese líquido a presión subir a toda leche por la nariz que parece que te va a salir disparado por los ojos. Es ver el spray nasal y salir huyendo como alma que lleva el diablo. Así que, para no llegar a ello, como primera medida aumentamos la ingesta de líquidos a tope, damos más tiempo al baño o a la ducha para que el vapor generado les despeje las vías respiratorias, pongo una cebolla abierta en su cama para que les ayude a la hora de dormir… Vamos, lo clásico.

Como no nos gusta ni a mi medicar ni a ellos tomar medicamentos pero a veces necesitan saber que se están tomando algo específico, recurrimos a la homeopatia, que no se si será efectiva pero al menos sí tengo la seguridad de que no tiene efectos secundarios. Y ellos parece que se quedan más tranquilos sabiendo que se toman algo para encontrarse mejor, de hecho, a pesar de odiar los medicamentos ellos mismos me lo piden cuando están muy agobiados.

¿Qué hago con los mocos de mi bebé?

Con mi bebé el cuento cambia. El pobre sufre el “mal de los hermanos mayores”, que viene siendo pillar todo lo que ellos tengan, y arrastra mocos desde su primera semana de vida. Es lo que tiene que quieran tocarlo, abrazarlo, besarlo continuamente, y no puedo prohibírselo. Aunque intento que se laven bien las manos y tengan cuidado, los virus van con ellos, es inevitable, así que con lo pequeño que es, un día por otro siempre tiene mocos.

¿Como los trato? Pues con cuidado, y siempre de menos a más. Meto a mi bebé en el baño mientras nos duchamos para aprovechar el vapor del agua, y si no se descongestiona entonces recurro a los lavados nasales, antes de comer y sobre todo antes de acostarlo. No abuso de ello tampoco porque casi lo pasa muy mal le meto el jeringazo. A la hora de dormir intento que esté algo incorporado elevando el colchón o dejando que duerma sobre mi, eso le alivia mucho.

Lo que NO utilizo nunca es el típico sacamocos, lo odio y he leído que también tiene más perjuicio que beneficio no solo porque puede fomentar que se produzca más moco aún sino porque al aspirar puede desplazar mucosidad al oído, que ésta se infecte y derive en otitis. Tengo dos aspiradores nasales nuevos, sin estrenar, y por mi se van a quedar así. Es que solo pensar en la sensación del aspirado ya me entra dentera, ¿lo has probado alguna vez?. Te aseguro que si lo haces no volverás a aspirar los mocos de tu hijo. Cosa más desagradable.

En resumen, los mocos van a estar ahí, queramos o no, y como se suele decir, si no puedes con el enemigo únete a él. Los mocos son amigos y lo mejor es que me haga a la idea de ellos y que más que intentar eliminarlos, trate el malestar que producen.

Así que en temporada de mocos…

Y tú, ¿Qué haces para ayudar a tu hijo con los mocos?, ¿tienes algún remedio infalible?.

4 thoughts on “Los mocos en los niños, ¿amigos o enemigos?

  1. Gatuneada

    Ah pues yo sí le aspiro los mocos, y ella ha aprendido q luego se encuentra mejor y ya ni llora ni nada, espera pacientemente q acabe, con solo dos meses!! Son unos bichillos muy listos estos bebés

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  2. Tamara

    A mi bebé se los aspire un par de veces y la verdad le alivio un montón, pero realmente lo que le hago la pocas veces que lo he visto atascado es el lavado y de momento nos va bien. Esperemos que aún tarde en pillar catarro 😉

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  3. Karla

    Hola Ale, hace mucho te leo y estoy en una etapa de no dar mas, ya no se ni que hacer, mi mayor entró a kinder tiene 4 y el menor tiene 2, desde la entrada a la escuela empezaron los mocos pero eso no me incómoda, si no las flemas que no dejan dormir de noche, son noches interminables, no se si es la edad, el clima, los bichos que rondan por todos los compañeros, no lo se sólo que son noches interminables que se atoran las flemas y se viene con vomito, etc un círculo de nunca terminar el mayor, después el menor y vuelve a empezar, espero no aburrirte y gracias por compartir tus vivencias, no estas sola nosotras que te leemos te acompañamos

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  4. Karla

    Hola Ale, hace mucho te leo y estoy en una etapa de no dar mas, ya no se ni que hacer, mi mayor entró a kinder tiene 4 y el menor tiene 2, desde la entrada a la escuela empezaron los mocos pero eso no me incómoda, si no las flemas que no dejan dormir de noche, son noches interminables, no se si es la edad, el clima, los bichos que rondan por todos los compañeros, no lo se sólo que son noches interminables que se atoran las flemas y se viene con vomito, etc un círculo de nunca terminar el mayor, después el menor y vuelve a empezar, espero no aburrirte y gracias por compartir tus vivencias, no estas sola nosotras que te leemos te acompañamos

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