Crónica de un pre-parto

Por alguna razón mis embarazos no llegan a las 40 semanas. Pensaba
que esta vez, en contra de los anteriores, mi pequeñín se haría esperar
un poco más, confieso que hasta me hacía ilusión “cumplir”, pero de
nuevo mi bebé decidió conocerme antes de ello.

En el
fondo sabría que sería así, llevaba ya varios días en los que mi cuerpo
acusaba demasiado el embarazo, mi movilidad era muy limitada, me notaba
cansada y dolorida, así que sabía que el momento no se alargaría mucho. Y
no me equivocaba.

Pase todo el día del sábado
limpiando y recogiendo mi casa con un síndrome del nido horroroso. Más
que síndrome del nido en sí era la angustia de saber que podía dar a luz
en cualquier momento y estando mi marido fuera iba a ser muy difícil
que alguien se hiciera cargo de mi casa mientras yo estaba en el
hospital. No quería ni imaginarme llegar a casa con mi bebé y
encontrarme todo manga por hombro, así que quise dejarla lo mejor
posible por si llegaba el momento.

Como llevaba varias
semanas sola con mis niños, el mismo viernes mis padres decidieron
quedarse a dormir en mi casa, por si acaso, no fuera que me pusiera de
parto en plena noche y me pillara sola con los peques, y el sábado por
la mañana se llevaron al mayor, yo me quedé con la peque que en
solitario es más tranquila, y así fui adelantando cosillas. Un no parar
en todo el día, creo que perdí la cuenta de lavadoras que puse.

Al
menos pude dejar todo lo del peque preparado, ya que no tenía ni un
solo cajón destinado para él. A las 8 de la tarde por fin sentí que ya
podía llegar cuando quisiera porque al menos tenía todo recogido y lo
imprescindible preparado. Eso sí, a falta de montar el cochecito, la
minicuna, la cuna… Pero me daba igual, tenía mis brazos y mi cama, no
le iba a faltar de nada.

Papá llegaba esa tarde de su
último viaje pero apenas contaba con dos horas para vernos, pues tenía
que irse directamente a otro. Y lo que iba a ser una cena en familia
tras recoger a los niños al final acabó en casa, empecé a encontrarme
mal en el coche y llegando a donde íbamos a cenar le pedí que nos
fuéramos porque no iba a aguantar sentada en una silla.

Se
marchó a las 10 de la noche sabiendo que probablemente su hijo nacería
en unas horas. Yo me quedé en casa acostada en el sofá, con mis niños
cuidándome mientras llegaban mis padres, sabiendo que probablemente mi
bebé nacería en unas horas.

Como una ya tiene
experiencia en estas lides sabía qué tenía que hacer. Me dolía mucho la
parte baja de la espalda, toda la zona lumbar, y la pelvis, con unos
calambres que por momentos se irradiaban a los muslos y en casi ninguna
postura estaba cómoda. Decidí tomarme un paracetamol para aliviar el
dolor y como prueba de parto-no parto. Yo funciono así, si con el
paracetamol remite el dolor es que aún no ha llegado el momento, si no
remite… Mejor ir pensando en irme al hospital.

Llegaron
mis padres, los niños se durmieron pronto y yo me fui a la cama a eso
de las 12 de la noche. El dolor se había atenuado, me acosté y conseguí
dormir un poco, aunque no estaba nada cómoda, ni siquiera de lado con el
cojín de lactancia mi lumbago, mis riñones y mi pelvis conseguían
encontrar un poco de relax, pero al menos me dormí rápido.

A
las 3 de la madrugada me desperté. Habían vuelto los dolores y ya no
podía estar acostada de ninguna manera, así que me senté en el borde de
la cama con el cojín de lactancia hecho un ovillo sobre mis piernas para
poder apoyar los brazos sobre él y descansar un poco la postura. Me
había tomado el último paracetamol a las 10 de la noche y esperé a que
fueran cerca de las 4 de la madrugada para tomar el siguiente, mientras
balanceaba la cadera de un lado a otro porque sentía que ese movimiento
me aliviaba.

No sabía si tenía contracciones. Es
difícil cuando llevas semanas con dolor en la zona de los riñones y
cuando estos no desaparecen. Sí, había momentos de dolor más intenso
pero no podía contar duración y frecuencia ya que el dolor nunca
desaparecía, así que lo de contar las contracciones de nuevo fue misión
imposible.

Mi mayor se despertó, se vino a mi cama y al
verme sentada se puso a mi lado, dándome la mano. Él también sabía que
aquello era signo de que su hermano vendría pronto, estaba algo nervioso
y se sintió muy responsable del momenot. Me daba ánimos, me decía que
no me preocupara, que él estaba allí para cuidarme y que estaría
vigilante para avisar a los abuelos y llamar al 112 si me ponía de
parto. Mi niño, estaba viviendo un momento inolvidable.

Cada
vez el dolor era más intenso y yo le decíaa  mi hijo que se durmiera,
que era muy temprano y debía descansar pero él no quería, temía que me
fuera al hospital sin avisarlo. Consiguió dormirse a eso de las 5 de la
mañana, yo iba notando que tenía picos de dolor muy muy fuertes y que
bascular la cadera ya no me ayudaba tanto como antes, y viendo que el
dolor iba a más a las 6 de la madrugada desperté a mi madre para decirle
que nos íbamos al hospital.

Pero no me fui corriendo.
Primero me duché, una ducha tranquila, relajada, dejando caer el agua
caliente sobre la zona lumbar, aquello me relajaba y atenuaba el dolor,
así que no miré la hora y me dejé llevar debajo del agua. No tenía
prisa, así que al salir de la ducha me sequé, me eché mi crema corporal,
me vestí eligiendo bien la ropa -cómoda y práctica-, hasta me sequé el
pelo. Acabé de meter las cuatro cosas que faltaban en mi maleta del
hospital, hasta cogí una botella de agua grande de la nevera y un
paquete de galletas por si acaso, llamé a un taxi, di un beso a mis
niños durmiendo y a las 7 de la mañana salimos mi madre y yo de casa,
sabiendo que probablemente la próxima vez que entrara allí lo haría con
mi bebé en brazos.

8 thoughts on “Crónica de un pre-parto

  1. mamaseescribeconk

    Qué emocionante! Gracias por compartir con nosotras este momento tan especial y enhorabuena otra vez por tu bebé precioso!

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  2. jenny

    que momentos!!!a mi la ducha no me relajo ni paro el dolor,al reves,me dolia mas y mas,y dilate todo en 45min uff,sin epidural,intenso pero tan bonito!!!

    Enhorabuena otra vez por ese peque.

    Responder

  3. Elisabet Guirado

    Que bonito!!! Me encanta que te pudieras relajar en la ducha! Yo no me atreví, tenía tanto miedo de que el tercero naciera en casa que me fuí corriendo al hospital en cuanto vi que iba en serio!!

    Responder

  4. Elisabet Guirado

    Que bonito!!! Me encanta que te pudieras relajar en la ducha! Yo no me atreví, tenía tanto miedo de que el tercero naciera en casa que me fuí corriendo al hospital en cuanto vi que iba en serio!!

    Responder

  5. Opiniones incorrectas

    ¡Qué ganas de seguir leyendo la crónica!

    Y qué pena el papi, jo 🙁

    Besos

    Responder

  6. Mama gnomo

    Tía… Yo no entendí eso de que de iba, pensaba que el domingo era buen día 🙁
    De momento va genial el relato. Quiero más!!!

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  7. Esther

    Qué bonito, lo que más me ha enternecido ha sido la compañía y la protección que te brindó tu hijo cuando se fue contigo a la cama. Besotes.

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  8. Anita

    Llorando de emoción, qué ternura tu mayor…qué experiencia para todos…un beso

    Responder

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