Reto Iron Blogger y la vuelta a las rutinas

Llevo varios días viendo por ahí no se qué de Iron Blogger y como dicen que la curiosidad mató al gato, ahí que me he enganchado.

No soy yo mucho de apuntarme a estas cosas dada mi informalidad -por mi despiste, no por falta de voluntad- pero saber que eñ castigo merece la pena anima a una a seguir el reto de cabeza. Aunque sea el último día a minutos de acabar el plazo.

El reto Iron Blogger surge del blog de Y Papá También y nadie mejor que él para explicarlo:

“Durante todo el mes de septiembre unos cuantos bloggers publicaremos una entrada semanal, cada uno en su blog correspondiente. El reto es “comprometerse” a hacerlo sin descanso
y como buena competición de Iron Man, éste será un camino sin descanso
donde no habrá lugar para el cansancio y el abandono y donde el premio
final será la satisfacción de haber superado el gran reto.”

Lo dicho, no puede haber castigo más gratificante, lo mismo habrá quien “falle” a propósito.

Pues como estamos en época de vuelta al cole, no puedo hablar de otra cosa. El verano es maravilloso pero en nuestro caso, supongo que como en el 90% de las familias, el descontrol en los horarios y rutinas brilla por su presencia.

Teniendo en cuenta que no somos una familia de rutinas férreas y estrictas, sí tenemos un pequeño equilibrio a lo largo del curso que se rompe poco a poco conforme se alargan las tardes en verano, y totalmente en cuanto los niños dan vacaciones. 

Vivimos en el sur. Calor, playa, largas tardes, imposible salir antes de las 7 de la tarde, ir a la playa y querer dar un paseo al volver, disfrutar de la noche porque es cuando realmente se puede estar en la calle a una hora decente. Para quienes no tenemos playa o piscina en la puerta de casa -o sea, los que no veraneamos, los que nos quedamos en la ciudad- solemos pasar casi todo el día en casa, a la fresquita del aire acondicionado, esperando que llegue la hora de poder salir sin morir por achicharramiento -entre las 7 y las 8 de la tarde, más las 8 que las 7-, lo que supone que se nos haga de noche en el mejor momento del parque, juegos y lo que se tercie.

A principio apetece pero como todo, al final cansa. Cansa llegar a una media de las 11 de la noche a casa con los peques aún despiertos y con ganas de guerra. Pero estamos en verano y todo se permite, al día siguiente no tienen que madrugar y les sobrará tiempo para jugar y aburrirse.

Estamos en esos días en los que va apetenciendo un poco de rutina, algo que nos obligue a guardar los horarios y recogernos a casa a una hora prudente. Las tardes son cada vez más cortas y eso ayuda, se respira ya rutina y vuelta a la normalidad del día a día.

La peque lleva ya una semana yendo a la guarde, tras dos días de adaptación ya va desde las 9 de la mañana, así que esta semana todos nos hemos tenido que levantar antes. El mayor empieza el cole el martes -mañana es festivo local- y ya no habrá excusas, ni ganas. Nos levantaremos a una hora razonable para un día entre semana, los peques llegarán del cole-guarde cansados y con hambre, se echarán la siesta a una hora razonable y no a las 6 de la tarde, saldrán pronto a jugar a la plaza o al parque y a las 9 cenando y recogiendo.

Yo también volveré a la rutina, preparar la comida la noche antes o por la mañana, vigilar un poco nuestra dieta y comer más sano, recoger a mis niños del cole-guarde, comer al llegar, echarnos un rato juntos antes de irme a trabajar… 

Y así veremos irse el verano, con pena porque se acaba lo bueno pero con ganas de volver a una vida ordenada. Porque en el fondo todos necesitamos un poco de rutina y monotonía.

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