Mi Pequeña Princesa ya tiene 26 meses. Me repito hasta la saciedad diciendo que el tiempo ha pasado volando y que no me puedo creer que ese pequeño bebé indefenso ahora sea la niña resuelta e independiente que es.

Mi niña es una fuente de energía, de vitalidad, de alegría, es brisa fresca, es todo lo que necesito para saber que la vida merece la pena y que todo se cura mirando sus ojos.

Estamos disfrutando esta etapa de una manera muy especial. Todas las etapas lo son, y cada una tiene su “aquel” que la diferencia de otras, y en estos momentos estamos ahí, en su explosión de gracia, de hacerlo toda sola, de sorprendernos con novedades que no nos esperamos tan pronto en ella.

Está adquiriendo aires de señorita, contemplarla aunque sea solo unos segundos es un auténtico espectáculo. Se echa hacia atrás el pelo con el dorso de su mano de una manera muy peculiar y graciosa, que me encanta ver. Pone los brazos en jarra y se pasea pensativa, y cuando se enfada se lleva una mano a la cintura mientras golpea el suelo con el pie. Se hace la dormida apretando fuerte los ojitos pero sin parar de reírse, y si ve que duermo intenta despertarme con caricias y besitos.

Está simpática, está graciosa, está para comérsela. Siente auténtica devoción por su hermano, se quieren y se pelean a partes iguales, pero se nota su mirada hacia él de admiración, de orgullo. Me enternece ver buscar el consuelo en su hermano cuando la riño por algo. 

26 meses, y por fin tiene su dormitorio listo. Nos ha costado, a diferencia de Iván, que cuando nació tenía una preciosa habitación esperándole, dadas las circunstancias económicas y laborales que sufrimos cuando nació la peque, hasta ahora no ha podido ser. Era mi espinita clavada y ya estoy tranquila. Aunque es cierto que no nos ha hecho gran falta porque ha dormido con nosotros hasta ahora, pero se merecía su espacio, se merecía nuestra ilusión y dedicación al igual que la tuvo su hermano. Ha sido más lento, nos ha costado mucho trabajo pero el resultado ha superado mis espectativas, con creces.

Le encanta jugar en su nuevo cuarto, sentarse a jugar en la alfombra, correr y saltar encima de su cama. Y yo entro, veo en lo que se ha convertido lo que era una fea habitación de los trastos y me siento orgullosa de nuestro trabajo y de haberle hecho un lugar tan acogedor y especial a nuestra pequeña princesa.

26 meses ya, y atrás se queda el bebé que fue pero tenemos una preciosa niña que nos hace disfrutar de esta experiencia de ser padres.

Con esta entrada tan especial hago mi aportación a la III semana del reto Iron Blogger.