Más de dos semanas de ausencia tienen explicación. Nos hemos ido de vacaciones, que digo yo que para eso una trabaja el resto del año, y no se si yo las merezco pero mis peques sí.

Eso sí, han sido unas vacaciones Low-Cost in extremis, y eso significa que de derroche nada de nada, que no está el momento para ello.

De hecho de no ser por la familia que está en mi tierra, que nos reciben con los brazos abiertos, no nos hubiéramos movido de casa. Hace unos meses se me fastidiaron las posibilidades de vacaciones este verano y el siguiente, todos los planes al traste, pero una es muy cojonuda y mis hijos no se merecían tal castigo. Y echamos a la familia de menos, yo mucho, la familia y la tierra que me vio nacer y crecer.

Así que hemos echado unos días en terras galegas, disfrutando de su naturaleza, su gastronomía -casera, que mi tía cocina que es una maravilla-, la familia y las viejas amistades. Hemos adaptado nuestro presupuesto familiar para que los gastos allí fueran los mismo que tendríamos aquí, o sea, lo que nos gastaríamos en comprar para comer a diario y lo típico de un refresco, helado o tapita, eso sería lo que nos gastaríamos allí.

Y así ha sido, que hemos pasado unas vacaciones sin hacer un gasto económico extra, como si de repente viviéramos allí. Y es que realmente aquella es como mi casa, pasear por las calles de mi pueblo natal como si fuera lo cotidiano, allí no vamos de turisteo sino a disfrutar de unos días tranquilos y muy, muy familiares.

Hemos estado de maravilla gracias a la familia que tengo, mis niños se han portado estupendamente, han disfrutado más si cabe, y mi objetivo de que la familia de su mamá no sean desconocidos sino que sean parte de sus vidas, los quieran y los echen de menos, cumplido.

Ahora toca vuelta a la realidad con mucha pena, cuando se vuelve a la tierra de origen 10 días no son suficientes, pero me alegro de haber disfrutado de nuevo de la belleza de mi Ría de Arousa.