Acabar un año, empezar otro…

La noche del 31 de diciembre es una de las más especiales del año. Quizás no sea tan mágica como la de Reyes pero a mi me gusta más que la de Nochebuena, por toda la ceremonia que entraña, la alegría de celebrar en familia la llegada de un nuevo año.
Hemos pasado una nochebuena estupenda. Esta cena la hacemos en mi casa con mi familia, me gusta ser anfitriona y es una comodidad no tener que salir con los niños a la calle a horas intempestivas con el frío que hace, así que hace ya años que la celebramos en casa. Eso supone un extra de trabajo, ya que asumo yo las tareas de hacer la compra y cocinar, y teniendo en cuenta que ese día suelo trabajar -solo me libré el año pasado- ando bastante ajetreada. 
Pero este año me lo he tomado con tranquilidad, ya que me esperaba que la mañana fuera relajada y todo lo contrario, tuve mucho trabajo e imprevistos que me mantuvieron ocupada, además de algunas compras de última hora (el mantel, la carne, el cava…); así que en lugar de llegar del trabajo y enfaenarme directamente preferí descansar, me eché una siesta con mis niños y hasta casi las 7 de la tarde no me puse con las manos en la masa.
Pensaba que iba a andar muy apurada y no me daría tiempo a hacer todo lo que tenía en mente pero, para mi sorpresa, pude hasta preparar el postre. Hice un cóctel de marisco, brazo de gitano salado (con bizcocho casero y relleno del mismo cóctel de marisco), mermelada de pimientos para aderezar unas tostas de cremas de queso y patés variados, huevos rellenos y unos rollitos de lomo ibérico rellenos de queso, bacon y huevo duro; además pulpo á feira (de eso se encargó mi madre) y algo de marisco, nécoras, langostinos y bocas. Estaba todo buenísimo, y lo que más el postre, Coulant de Chocolate bien calentito, nunca lo había preparado y no se por qué no lo he hecho antes porque es un postre delicioso, sobre todo para los adictos al chocolate.
Mis niños cenaron con nosotros, la peque picaba de todo lo que le daban (qué buen pico tiene la niña) e Iván se dio un homenaje de huevos rellenos. Da gusto estar entorno a la mesa con ellos, aunque Iván al acabar de comer se aburría y lo dejamos jugar con sus trenes para que nos dejara acabar de cenar.
Empezamos a cenar casi a las 10,30 y fue acabar el postre y tener el tiempo justo para preparar las uvas, otros años empezamos tan temprano que casi nos aburrimos esperando las campanadas.  Faltaba apenas 1 minuto para las campanadas, todos con nuestras uvas dispuestas, cuando Iván nos dice “¿Dónde están mis uvas? ¡Que yo también quiero!”. Sí, lo confieso, no le había puesto uvas porque no le gustan, no me imaginaba que quisiera compartir con nosotros la fiesta. Como teníamos uvas peladas y sin pepitas (las que vienen en botes que no me gustan nada, todo he de decirlo) y en cada lata venían de más, entre las que nos sobraban a cada una se las echamos en un cuenco. Empezaron las campanadas y no me podía creer, ahí estaba Iván, ¡engullendo uvas a dos carrillos!
Me hizo una ilusión tremenda verlo compartir ese momento con tanta alegría. Al acabar no hacía más que decir “Mamá, yo no tenía 12 uvas, sólo tenía 7”, vamos, que le dio hasta tiempo de contarlas, pero le expliqué que con lo pequeño que es no le caben 12 uvas. Y es verdad, el pobrecito mío con  7 uvas parecía un hámster, no hubiera podido con las 12. “Mamá, ha sido muy divertido tomar las uvas con las campanadas”. Ains mi niño, qué grande es ya. A la 1 de la madrugada quería volver a tomar las uvas, “Mamá, que en Canarias las campanadas son ahora, ¿tomamos las uvas otra vez?”. Sin duda, una nochevieja especial, la primera en la que mi niño se toma sus propias uvas.
El día de año nuevo fue casi perfecto. Nos levantamos tarde, desayunamos chocolate con churros a las casi 1 del mediodía, Antía se durmió un ratín, comimos algo de los restos de la cena a eso de las 4 de la tarde, Iván se duerme sobre mi viendo “Quién engañó a Roger Rabbit”, yo me relajo tranquila con él en el sofá, Antía se apoya sobre mi mientras juega con un muñeco y cuando me doy cuenta se duerme, y los ronquidos de papá rematan el cuadro -y los gatos, como no-. Siestaza familiar hasta las 19,30h y luego película, baños, cena ligera, película otra vez y a la cama. Si no fuera porque entre el desayuno-almuerzo y la comida echamos un buen rato recogiendo y limpiando, hubiera sido perfecto.
Si es que yo pagaba por más días así, de verdad, qué mejor manera de empezar el año que bien cerquita de mis niños. Espero que el resto del año sea, como mínimo, igual de bueno.

4 thoughts on “Acabar un año, empezar otro…

  1. Opiniones incorrectas

    ¡Qué estupenda velada! Cenasteis genial y os lo habéis pasado estupendamente 🙂
    Yo tampoco cambio cenar en casa con la familia por nada.
    Besos y feliz año!!!

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  2. Suu

    Me alegro que lo hayáis pasado tan bien!!! Cenar en familia es maravilloso, verdad?

    Muchos besitillos y Feliz 2013

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  3. dibujosdenube...

    Que bien que lo pasasteis!!! Momentos asi hacen que merezca la pena el trajin de los preparativos previos…
    ;D

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  4. Yaiza

    hija mia,qué maquina preparando tantas cosas en tan poco tiempo.
    LO mejor de todo ivan haciéndose mayora para pedir uvas y el planing del dia 1.

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